30 septiembre 2004

Cálculo en la crisis


Es un clásico: el fuego se declara en el teatro y la gente se precipita hacia las salidas de emergencia. Como todo el mundo intenta salir antes que los demás, se forma un atasco de modo que muere el 80% de personas. Si se pusieran todos en fila y adoptasen una actitud más solidaria ante la catástrofe, saldrían del teatro en llamas uno tras de otro y casi todos se salvarían, con un porcentaje de víctimas, digamos, del 5%.

¿Por qué hemos de preferir un riesgo del 80% aun riesgo del 5%? Por razones elementales. Todo el mundo espera que la suerte estará de su parte y formará parte de la minoría que se salvará. Es irracional pero es humano. Cuando el peligro es inmediato y mortal, el recurso a la negociación parece imposible y todo el mundo se considera más atuto que los demás.

Umberto Eco, La fi dels temps, 273

La violencia de Tom y Jerry


La violencia televisada puede seducir y generar cierta violencia mimética. Pero mientras se haga pasar por real, o almenos por realista, no corre el riesgo de inducirnos a error, de hacernos creer que no tiene consecuencias. Ahora bien, existe otra forma de violencia que, siendo virtual, seduce a nuestros hijos desde hace años y que considero inquietante.

Es la violencia contenida en los dibujos animados donde vemos personajes (como Tom y Jerry) que se caen de los rascacielos, son aplastados por un peso enorme, son desmenuzados o aplanados como una hoja de papel y dos segundos más tarde se levantan como si nada hubiera pasado. ¡He aquí la verdadera confusión entre el mundo virtual y el mundo real!

Umberto Eco, La fi dels temps, 266

Internet no sabe olvidar


Funes el memorioso, de Borges, recordaba cada hoja de cada árbol que había visto en su vida, cada letra de cada frase de todos los libros que había leído. Internet ya es (o pronto será) un Funes inmenso. Hasta ahora la sociedad había filtrado por nosotros mediante manuales y enciclopedias. Con la web, todo el saber, toda la información posible, incluso la menos apropiada, está ahí. A nuestra disposición.

La pregunta es: ¿quién filtra ahora? La incapacidad de filtrar es la imposibilidad de discriminar. Para mí, catorce millones de páginas es como si no hubiera nada, porque me hallo en la incapacidad de elegir. Hemos ampliado nuestras capacidades de almacenaje de la memoria, pero aún no hemos encontrado el nuevo parámetro del filtrado.

Umberto Eco, La fi dels temps, 253

El olvido necesario


Durante siglos tuvimos la impresión de que nuestra cultura se definía por una acumulación ininterrumpida de conocimientos. Aprendimos el Sistema Solar de Ptolomeo, después el de Galileo, más tarde el de Kepler. ¡Pero eso es falso! ¡La historia de la civilización es una sucesión de abismos donde desaparecen toneladas de conocimientos! Los griegos ya fueron incapaces de recuperar la matemática de los egipcios, lo cual causó la floración de ocultismos que se basan en la idea de antiguos saberes perdidos.

La función de la memoria social y cultural no es conservar, sino filtrar. Si recordase todo lo que pasó ayer estaría perdido. No podría actuar, ni moverme. Sería absurdo que un libro de historia romana recordase todo lo que Julio César hizo el día de su muerte, antes de ir al senado.

Umberto Eco, La fi dels temps, 252

28 septiembre 2004

Naufragi a la banyera

JOAN PAU INAREJOS, MARÇ 2004

Li vaig dir: ens podríem banyar junts. Vam omplir la banyera d’aigua bullint i de sabó i, com si fóssim criatures, ens vam rebolcar i no fèiem més que bombolles i bombolles dins la bromera perfumada. La resta de la casa passava fred, però la banyera era plena de caliu i les rajoles s’embafaven de vapor transparent.

I aquell vapor, aquell vapor espès, m’estufava els músculs i les entranyes. L’aigua cremava arrauxada i d’aquí allà ja no notava ni el dolor, perquè el plaer enganya els cossos més sans i distreu tota la sang al ventre baix. La pell, tan ferma com la tinc, se’m va començar a arrugar: encara tremolo quan hi penso. I se’m va començar a embolicar i a embolicar, i vés a saber com vaig anar empetitint i empetitint fins que em vaig quedar perdut a l’aigua, com un insecte moll.

Això d’encongir-se no és pas poca cosa. El món s’enretira de tu, et proscriu amb violència, i les coses que semblaven tendres i domèstiques es tornen titàniques i horribles de cop i volta. És un gran patiment. Sobretot quan et trobes embrollat dins l’escuma del sabó i no pots sortir-ne. Ets com un pobre peix travessat en un corall, o com una pobra mosca segrestada en una teranyina viscosa. No sé si em faig entendre. El mar de sabó és gelós de mena, i et reté per embriagar-te amb la seva acidesa blanca i tòxica fins que estossegues, vomites fel i acabes tenint l’estómac net com una patena.

Vaig fer força amb els braços i jo, que mai he sabut nedar, em vaig escapolir de la presó d’escuma per endinsar-me, sense tenir-les totes, a les profunditats de l’aigua ardent. Amb prou feines m’hi veia, i en tot cas procurava tancar els ulls tant com podia perquè no se’m cremessin les pupil·les.

Voleiava sense gaire traça, sense nord ni ruta, i vaig desitjar vivament, no ho dissimularé, tenir el cos entapissat d’aletes o d’escates. On coi es pot anar amb dos braços i dues cames ? Les bèsties rai, se les inventen totes per arribar a bon port, però jo no era més que una larva inútil enmig de la banyera immensa, i la bona voluntat em feia més nosa que servei. Què hi farem.

Fins que vaig tocar tou. Vaig deixar de vagar pel líquid i vaig topar amb un jaç flonjo. Era ella : la reconeixia per les pigues de la cuixa. L’aigua encara cremava fort, però em va animar d’allò més poder fer peu. Em vaig esmunyir discretament per la seva cama, amb cura de no fer-li mal que me l’estimo molt, i vaig trepar la carn relliscosa fins amarrar-me a les algues tupides de l’entrecuix.

Despistat com sóc, aviat la boscúria em va enredar: vaig aprofitar per enfonsar-me en la seva intimitat fosca. Primer em feia respecte, com si fes una malifeta adolescent, però després em vaig habituar a la petita cova àvid i despert per escrutar-la. Allà dins vaig veure un munt de coses que no sabia que existien, de tots colors i formes, i tot plegat semblava un roquissar brodat de musclos verds. M’ho mirava amb curiositat sagrada, i no cabia a la pell amb els descobriments florits que feia a cada pas.

Vaig baixar pendent, passant una mena de gargamella prima que s’estremia quan la palpava amb els dits inquiets. I darrera l’última cortina, fina i sangonosa que feia venir ganes de plorar, al fons de la balma, brillava una perla nacarada i enorme. Estava agafada de sota, com si fes arrels, i espurnava lluentons a les parets carnoses. Vaig acaronar-la: tenia pell de recent feta, era rugosa però platejada, massissa i miraculosa. Era la nostra perla.

JOAN PAU INAREJOS, MARÇ 2004

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25 septiembre 2004

El alma trapacera


El alma es lo vivo en el hombre. Por eso insufló Dios un hálito viviente en Adán para hacerlo vivir. El alma, con astucia y juego engañoso, arrastra a la vida la inercia de la materia que no quiere vivir. Convence de cosas increíbles para que la vida sea vivida.

Está llena de trampas para que el hombre caiga, toque la tierra y allí se enrede y se quede, y de ese modo la vida sea vivida. Igual como ya Eva en el Paraíso no pudo dejar de convencer a Adán de la bondad de la manzana prohibida. Si no fuera por la vivacidad y la irisación del alma, el hombre se hubiera detenido dominado por su mayor pasión: la inercia.

Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, 32

De la pradera al inconsciente


Ya en un principio había espíritus en el bosque, en el campo y en las corrientes de agua, mucho antes de que existiera el problema de la conciencia moral. Muchísimo de lo que hoy experimentamos como componente de nuestra naturaleza psíquica, en los primitivos juguetea todavía en la vasta pradera, alegremente proyectado.

En realidad, la palabra 'proyección' es inadecuada, pues nada ha sido sacado de la psique y arrojado al exterior, sino que más bien la psique ha llegado, por una serie de actos de introyección, a la complejidad que hoy conocemos. Una inquientante gracia de antaño se llama hoy 'fantasía erótica' y complica penosamente nuestra vida anímica.

Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, 31

19 septiembre 2004

Genes asesinos


Una prohibición terminante sólo contra un impulso igualmente poderoso puede alzarse. Lo que ningún alma humana desea no hace falta prohibirlo: se excluye por sí mismo. Precisamente la acentuación del mandamiento 'No matarás' nos ofrece la seguridad de que descendemos de una larguísima serie de generaciones de asesinos, que llevaban el placer de matar, como quizá aún nosotros mismos, en la masa de la sangre.

Sigmund Freud, Consideraciones sobre la guerra y la muerte, en El malestar en la cultura, 125

O lo uno o lo otro


El miembro viril del hombre posee dos funciones, cuya reunión orgánica es para muchos motivo de indignación. Está encargado de evacuar la orina y de realizar el acto sexual que satisface las necesidades de la libido genital. El niño aún cree reunir ambas funciones y, según sus teorías, los niños se producen al orinar el hombre en el vientre de la mujer. Pero el adulto sabe que ambos actos son en realidad mutuamente incompatibles como el fuego y el agua.

Cuando el falo llega al estado erecto que le ha valido la equiparación con el pájaro y durante el cual se perciben aquellas sensaciones que recuerdan el calor del fuego, es imposible orinar. Por el contrario, cuando el falo sirve a la evacuación de la orina (el agua del cuerpo) parecen extinguidas todas sus vinculaciones con la función genital. La contradicción entre ambas funciones podría llevarnos a afirmar que el hombre extingue su propio fuego con su propia agua.

Sigmund Freud, Sobre la conquista del fuego, en El malestar en la cultura, 99

El gozo insoportable


Lo que en el sentido más estricto se llama felicidad surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de necesidades acumuladas, que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. Toda persistencia de una situación anhelada por el principio de placer sólo proporciona una sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos permite gozar intensamente sino el contraste, pero sólo en muy escasa medida lo estable. Goethe llega a advertirnos: 'Nada es más difícil de soportar que una serie de días hermosos'.

Sigmund Freud, El malestar en la cultura, 21

18 septiembre 2004

El torero dessagnat

JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004


La lluna tenia una banya vermella. La ferida era fonda, i al principi em cremava com una flama de vinagre, però després tot va ser calma. Em vaig redreçar per veure-hi clar: la plaça era un camp de cotó fluix vermell. Sentia veus llunyanes que venien de les grades. Veus em que cridaven. Veus que em ploraven.

Però el temps s’havia tornat tou i mandrós, i ja no hi havia pressa per res. Així que em vaig descalçar i em vaig aixecar del jaç. La meva silueta d’or s’arrossegava com un peix de mel entre el mar de maduixa. La banya blanca de la lluna feia brillar aquell paisatge escumós i nocturn. Al meu voltant creixien flors de carn, dunes lletoses, rierols de sucre. Tot es feia i es desfeia. I la lluna s’ho mirava.

El terra de la plaça era pell de dona: vermellosa, delicada, plena de forats petits i de mugrons. Era una pell que respirava, que bategava sota els meus peus despullats, que s’obria es tancava amb els seus llavis intermitents.

I encara més: de tots cantons sortia una música fina i ploranera, com un violí ferit, com un ocell que canta dins la clara d’ou. Aquella música viatjava al ritme de les onades vermelles, atravessava l’escuma i tornava a entrar per la molsa carnosa, pel sucre calent, per l’aire tebi. Venia de molt endins. Per això era tan difícil escoltar-la.

Les flors de carn em saludaven amb les seves tiges de color de llengua. No havien de témer mai per fulles o pètals, perquè eren fetes d’una peça. Naixien i morien sobre la plaça, eren bombolles tranquil·les sense fressa ni dolor.

Tenia por de fer malbé aquell jardí de sang amb els meus peus maldestres, així que em vaig estirar a mercè dels infinits rierols. El corrent se’m va endur molt lluny, i mentre el meu cos daurat s’endormiscava jo assaboria la certesa d’alliberar-me per sempre de tots els odis i desitjos. Em vaig posar la mà al pit i vaig morir sense rancúnia.


JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

16 septiembre 2004

Vagabundear


Harto ya de estar harto, ya me cansé
de preguntarle al mundo por qué y por qué.
La rosa de los vientos me ha de ayudar:
desde ahora vais a verme vagabundear,
entre el cielo y el mar, vagabundear.

Como un cometa de caña y de papel,
me iré tras una nube a serle fiel
a los montes, los ríos, el sol y el mar,
a ellos que me enseñaron el verbo amar.
Soy palomo torcaz, dejadme en paz.

No me siento extranjero en ningún lugar,
donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.
Y para no olvidarme de lo que fui
mi patria y mi guitarra las llevo en mí,
Una es fuerte y es fiel, la otra un papel.


Joan Manuel Serrat, Mediterráneo

Quasi una dona

Té els cabells llargs i nets color blat madur
i l’olor del pa blanc quan surt del forn.
I té els ulls blaus, la pell suau i el pit dur.
Encara du mitjons.

És quasi una dona,
emmira quasi com una dona,
m'escolta quasi com una dona,
i vibra quasi com una dona,
com una dona que et vol
com a ningú
i pel matí obre els seus ulls amb tu.

Com un calidoscopi de cristalls menuts
canvia de dibuix i de color,
si al bressol lluu el sol o ha plogut.
I omple el meu món de flors.

És quasi una dona,
m'enreda quasi com una dona,
em busca quasi com una dona,
i juga quasi com una dona,
com una dona que et vol
com a ningú
i al de matí obre els seus ulls amb tu.


Joan Manuel Serrat, Serrat 4

T'escric en sabatilles

Fa temps que estic afònic
i em surt aquesta veu
feble com un alè
i parlo a batzegades fatigoses.
Faig bullir a l'estufeta
herbes medicinals
receptes d'herbolari
que es tornen aire pur
quan enyoro els teus ulls
i la pau de l'atzur
al racó de la meva malura.

Fa temps que em canso
he tret dels mals endreços
records i ombres fidels
i surto a prendre el sol
de la plaça tranquil-la.

Si aquesta lletra et sembla poc florida
no hi vegis cap senyal
de poc amor:
t'escric en sabatilles
i ja no em queda honor


Joan Manuel Serrat, Per al meu amic

Cargols i senyals


JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

Miri: ha plogut. Tot ple de cargols. Aquestes bestioles quan ensumen fang surten dels amagatalls i s’emborratxen d’aigua bruta. Miri’l, miri’l, aquest: sembla una flor de closca. Les ha vist, aquestes espirals? Si se les mira de prop descobrirà que sempre van cap endins i mai van cap enlloc. Cap on vol anar aquest remolí? Vol ser infinit i no pot, perquè és clar, una closca és una closca.

Jo penso que la terra és plena de senyals. Ni vostè ni jo els entenem: ja hi pot pujar de peus. Però sembla que ens vulguin dir alguna cosa. Si aquests arbres d’aquí davant enraonessin, dirien: portem cent anys amb els braços aixecats al cel. La terra no es cansa d’alimentar-nos perquè nosaltres puguem contemplar els núvols. De vegades els nostres braços oberts s’omplen de fullam i de fruits sucosos. Però a la tardor tornem a estar sols amb la nostra fusta seca i decrèpita. No deu ser fàcil. Vull dir, la vida solitària a les altures.

Aguanti’m un moment la bossa. Se n’adona? Les coses volen ser infinites i no poden. Què li sembla? Qui les obliga a voler aquesta bestiesa? A què treu cap el deliri de grandesa de la sorra i la molsa? El bosc és ple de senyals. I si no em creu li diré un secret: de nit el cel i la terra fan l’amor en silenci. La foscor esborra les diferències i els confon de tal manera que perden l’oremus i s’abracen com dos adolescents de pell fosca. Veu aquest collaret de rosada? Si això no són llàgrimes de comiat ja m’explicarà què són.

Tot són senyals, senyals… No hi podries pensar sempre perquè et marejaries. Els arbres no se sorprenen dels fruits que fan. Però si només fos per la terra i la saba sortiria una terròs de fang. I si només fos per la dona i l’home sortiria una bola de sang i de pèl. En canvi surten pomes rodones i persones vives com vostè i com jo. Lligui, lligui fort. Amb aquest munt de cargols farem una bona amanida.

JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

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11 septiembre 2004

Freud contra Jung


Rompieron su amistad en 1913. La disputa se centraba en dos temas. Uno era la importancia que Freud otorgaba los factores sexuales en la interpretación de la neurosis y los sueños. Aunque no dudaba que Freud era un autor inteligente y sagaz, Jung consideraba inaceptable su obsesión por la sexualidad, una morbosa consecuencia, decía, de la sexualidad reprimida del propio Freud. En su opinión, "Freud estaba envuelto emocionalmente en su teoría sexual hasta un punto extraordinario".

La otra causa del conflicto era la actitud de Freud hacia la religión. Según Anthony Storr, "Freud atribuía el valor supremo a la liberación orgiástica del sexo, mientras que Jung fundaba el supremo valor en la experiencia unificadora de la religión. Freud interpretaba todas las experiencias emocionalmente significativas como derivadas o sustitutivas del sexo, mientras que Jung interpretaba en términos simbólicos hasta la propia sexualidad, la cual poseía una significación 'numénica' desde el momento en que representaba la unión irracional de los opuestos y era, por tanto, un símbolo de totalidad.

Brian Morris, Introducción al estudio antropológico de la religión, 206

Vuelta al útero


Los nativos de las islas Trobriand creían que el 'baloma' o alma abandonaba el cuerpo muerto y se dirigía a la isla de Tuma, a cerca de 16 km de las Trobriand. En este submundo de Tuma los espíritus baloma vivían una vida semejante a la de los vivos, si bien más placentera y satisfactoria.

Conforme el espíritu se hacía viejo en el mundo de los espíritus su piel se arrugaba y se hacía fofa hasta que llegaba a caer como si de una serpiente se tratase. El espíritu se convertía en un embrión que una mujer baloma se encargaba de devolver en una canasta a las Trobriand, donde era lavado con el agua del mar. Eventualmente, el embrión entraba en la vagina de una mujer que, de esta forma se quedaba embarazada.

Además de implicar la idea de reencarnación, parece que esta creencia indica que los trobriandeses ignoraban el hecho fisiológico de la paternidad.

Brian Morris, Introducción al estudio antropológico de la religión, 183

06 septiembre 2004

Ojos para mirar, ojos para llorar


El hombre no sólo contempla al mundo desde sí mismo, sino que también se ve desde el mundo. En nuestra actitud afectiva hacia el otro le deseamos que alcance su plenitud y que se realice lo que está puesto en su "proyecto" ontológico o espiritual. Esta "objetividad simpatizante" (o compasión, en el sentido más amplio de esta palabra) constituye la base de todos los valores estéticos y morales.

Esta orientación a la objetividad, a diferencia de la especialización y adaptación de los animales a su medio ambiente, se manifiesta en lo que Hengstenberg llama 'bifuncionalidad' de los órganos humanos. Por ejemplo, nuestros pulmones forman parte de nuestro sistema vegetativo y cumplen funciones importantes en el proceso metabólico, pero al mismo tiempo son utilizados para hablar, cantar y tocar instrumentos de aire. Los ojos sirven para ver y, a la vez, para la exploración o contemplación estética.

Mijaíl Málishev, Facultad de Humanidades, uaem, Cerro de Coatepec, Toluca, Estado de México

Niña


Te quiero con el cuerpo, amada de ciruela. Me derrito en fuego lila si diviso la fresa de tus caderas de niña, el rubor delgado de tu cuello intocable. Amo tu ombligo al aire, tu andar torpe, los tobillos burlones, la cintura a lo lejos. Y amo con desespero todas tus sedas y prendas, blancas y azules, minúsculas y perfumadas rodeando la perla, el polen, el fruto fresco, el diamante carnal que atesoras, mi niña, sin saberlo.

JOAN PAU INAREJOS, AGOSTO 2004



02 septiembre 2004

'Animal que ríe'


¿Qué significa la risa? ¿Qué hay en el fondo de lo risible? Fuera de lo que es propiamente humano, no hay nada cómico. Un paisaje podrá ser bello, sublime, insignificante o feo, pero nunca ridículo. Si reímos a la vista de un animal, será por haber sorprendido en el una actitud o una expresión humana.

Muchos han definido al hombre como "un animal que ríe". Habrían podido definirlo también como un animal que hace reír porque si algún otro animal o cualquier cosa inanimada produce la risa, es siempre por su semejanza con el hombre, por la marca impresa por el hombre o por el uso hecho por el hombre.

He de indicar ahora, como síntoma no menos notable, la insensibilidad que de ordinario acompaña a la risa. Dijerase que lo cómico sólo puede producirse cuando recae en una superficie espiritual lisa y tranquila. Su medio natural es la indiferencia. No hay mayor enemigo de la risa que la emoción. No quiero decir que no podamos reímos de una persona que, por ejemplo, nos inspire piedad y hasta afecto; pero en este caso será preciso que por unos instantes olvidemos ese afecto y acallemos esa piedad. Lo cómico, para producir todo su efecto, exige como una anestesia momentánea del corazón. Se dirige a la inteligencia pura.

Y finalmente, no saborearíamos lo cómico si nos sintiésemos aislados. Diríase que la risa necesita de un eco. Nuestra risa es siempre la risa de un grupo. Un hombre a quien le preguntaron por que no lloraba al oír un sermon que a todo el auditorio movía a llanto, respondió: "No soy de esta parroquia". Lo que ese hombre pensaba de las lágrimas podría explicarse más exactamente de la risa. Por muy espontánea que se la crea, siempre oculta un prejuicio de asociación y hasta de complicidad con otros rientes efectivos o imaginarios.

Henri Bergson, La risa, prólogo

01 septiembre 2004

Tocar con la mirada


La sensación de ser observado es frecuente en la vida cotidiana. Las investigaciones realizadas en Europa y EEUU muestran que más de un 90% de los encuestados afirma haber sentido que alguien los miraba a sus espaldas. Además, la mayoría ha experimentado a veces que, cuando miraba a alguien por detrás, la persona se volvía.

Los animales también parecen notar que son observados. Algunas personas afirman poder despertar a sus perros o gatos dormidos con sólo mirarlos. Quizá el origen de esta capacidad se encuentre en nuestro pasado evolutivo. Si un animal podía percibir que era observado por un depredador oculto, tenía más posibilidades de escapar.

Insinúo que el proceso de la visión es un proceso bidireccional, con un movimiento interior de la luz y una proyección exterior de las imágenes. Las imágenes son proyectadas en lo que llamo un 'campo mental'. Nuestra mente llega a tocar lo que contempla.

La idea de que los campos son más amplios que los cuerpos materiales nos resulta familiar. Por ejemplo, el campo de influencia de un imán se extiende mucho más allá de los límites del propio imán. Lo mismo ocurre con el campo del teléfono móvil. De modo similar, el campo mental se origina en nuestro cerebro pero se extiende por el mundo que nos rodea de acuerdo con nuestra atención e intención.

Rupert Sheldrake (biólogo), La sensación de ser observado, La Vanguardia, 29/VIII/2004

Me duele, pero ¿dónde?


Intereses, no ideas, dominan directamente la acción de los hombres. Sin embargo, las 'imágenes del mundo', que son producidas por 'ideas', con muchísima frecuencia han definido, como guardagujas, las vías en las que empujaba la acción dinámica de los intereses. En razón de la imagen del mundo se decidía 'de qué' y 'en qué' quería uno (y podía) ser 'redimido'.

¿Ser salvado de qué? De la servidumbre política y social, en un futuro reino mesiánico en este mundo. De la contaminación en razón de la impureza ritual o de la impureza general del encarcelamiento en los cuerpos, en la pureza de un ser de belleza corporal y espiritual o de un ser puramente espiritual.

Del eterno juego sin sentido de las pasiones y deseos humanos, en el descanso tranquilo de la pura contemplación de lo divino. De un mal radical y de la servidumbre bajo el pecado, en el bien eterno y libre en el seno de un dios paternal. De la esclavitud de las constelaciones de un determinismo astrológico, en la dignidad de la libertad y la participación en la esencia de la divinidad oculta.

De las limitaciones de la finitud que se expresan en el sufrimiento, la necesidad y la muerte y de las amenazadoras penas del infierno, en una felicidad eterna en una futura existencia terrenal o paradisíaca. De la rueda de renacimientos con su despiadada retribución de las acciones de tiempos fenecidos, en el descanso eterno. Del sinsentido de las cavilaciones y acontecimentos, en el sueño sin sueños...

Hay una actitud respecto a algo que se experimenta en el mundo real como 'sin sentido' y por tanto se expresa la exigencia de que la estructura del mundo sea en su totalidad un 'cosmos' de algún modo pleno de sentido o que pueda llegar a serlo. Esta exigencia es el producto nuclear del racionalismo religioso.

Max Weber, Sociología de la religión, 342