25 diciembre 2007

Fenomenología del whisky

JOSÉ ANTONIO MARINA
“Que la felicidad dependa de tomarse en este momento un whisky nos hace sentir dolorosamente la tragicomedia de nuestra finitud”

Me he acostumbrado a tomar un whisky a última hora de la mañana. Me produce una ligera euforia y cierta elocuencia. Pero el médico me lo ha prohibido e intento seguir su recomendación. Cuando se acerca la hora, mientras estoy pensando en otra cosa, emerge en mi conciencia un embrión de deseo, algo así como una confusa imagen de lo agradable que sería tomarse un whisky. Aparece con fuerza la decisión de no hacerlo, pero, por desgracia, no elimina el deseo, sino que lo precisa y encandila. Intento seguir trabajando, mientras la impertinente idea continúa su labor y crece dentro de mí como un embarazo.

Sé que si dejo pasar el tiempo y llega la hora de la comida, el deseo desaparecerá o al menos será suplantado. Pero no quiero que desaparezca porque, de repente, la idea de no tomar whisky, el “nunca” de la prohibición, se me hace insoportable. Ese “nunca” que resuena en todas las decisiones de camio produce un estremecimiento trascendental. El resto de placeres y satisfacciones posibles empalidece.

Los filósofos escolásticos decían que cada objeto concreto es un representante falaz del bien plenario y perfecto, con el que puede confundirse. La tentación es siempre el timo de la estampita. El bien aparente suplanta al bien total, y de esa superchería recibe su fuerza. Estoy seguro de que no me importaría dejar de tomar el vaso de whisky, pero en este momento se está ventilando otra cosa: si renuncio o no a mi felicidad, y esto son palabras mayores. Ya sé que es ridícula esa alteración de todos los valores, pero así son las cosas.

Cuenta Zubiri en uno de sus libros que don Severino Aznar, ilustre sociólogo, piadoso cristiano y pertinaz fumador de puros, hacía la promesa de no fumar durante la Semana Santa. Y el último día aguardaba con el cigarro en la mano que fueran las doce de la noche, y se le oía quejarse amargamente: “Ay, Dios mío, ¡para qué vivir!”.

Que la felicidad dependa de tomarse en este momento un whisky –o un cigarrillo o un bombón, para el caso es lo mismo- nos hace sentir dolorosamente la tragicomedia de nuestra finitud. El generador de excusas comienza a proporcionarme razones para rebelarme. ¿Por qué no empezar mañana, que ya me habré hecho a la idea? ¿Y si fuera a otro médico? Necesito trabajr y a la vista está que el deseo me impide concentrarme, ha secuestrado mi conciencia.

JOSÉ ANTONIO MARINA: ‘ARQUITECTURAS DEL DESEO’ (2007)

22 diciembre 2007

Narrativas cotidianas

“Así es la naturaleza, una Shakespeare sin palabras, autora de dramas continuos y violentos, donde se entrelazan y chocan pulsiones poderosas y casi siempre incompatibles”

Los organismos –desde el perejil hasta el ser humano- son realidades abiertas, que necesitan interactuar continuamente con su entorno. Tienen que mantener un equilibrio bioquímico para sobrevivir, y para conseguirlo necesitan realizar actividades más o menos complejas. Al percebe le resulta más fácil que al leopardo. Breve animal travestido en planta, enraizado en la roca batida por las olas, no tiene que moverse para encontrar alimento, es nutrido por un mar maternal e incesante. Y si éste retira su salada ubre, el huérfano muere. Su trabajo es escaso, pero también lo son sus posibilidades. El leopardo, en cambio, sale a la aventura todas las mañanas para buscar su alimento y cazar, mientras la gacela lo hace para buscar alimentos y no ser cazada.

Así es la naturaleza, una Shakespeare sin palabras, autora de dramas continuos y violentos, donde se entrelazan y chocan pulsiones poderosas y casi siempre incompatibles. Cuanto más complejos son los organismos, más capaces son de sentir y de moverse, y más variados son sus entornos, lo que hace que el esquema de la acción se complique sin parar. Recordaré una vez más la advertencia de mi maestro, el gran neurólogo Sperry: el cerebro no es un órgano diseñado para conocer ni para alcanzar el cielo de las ideas platónicas. Está al servicio el estómago, del sexo y de las demás necesidades. Su finalidad es dirigir la conducta, para lo cual necesita, por supuesto, percibir, aprender, conocer, pero también muchas cosas más. Desear y emocionarse, por ejemplo. Otro de mis maestros, el filósofo Maurice Blondel, en sus ‘Lettres philosophiques’, dice lo mismo en otro tono: “El conocimiento no es un fin en sí mismo, ni un término final, sino un medio, una puesta a punto para obrar y por lo mismo para obtener más del ser”.

JOSÉ ANTONIO MARINA: ‘LAS ARQUITECTURAS DEL DESEO’ (2007)

El zapping deseante

Dice Lipovetsky: “La falta de atención de los alumnos es como la conciencia telespectadora, captada por todo y nada, excitada e indiferente a la vez”

La exaltación del capricho permite situar las dos últimas piezas de la adivinanza: el aumento de las adicciones y la falta de atención de los alumnos en les aulas. La proliferación de deseos crea personalidades caprichosas que soportan muy mal el aplazamiento de la satisfacción y la frustración. El marco del mercado opulento es adictivo, restringe la libertad, aunque al hacer posible la elección entre productos, enmascara esa reducción. Además, como señala Lipovetsky, la insistencia en el deseo y en la consumación del deseo, ese hedonismo ‘light’ que define nuestra cultura, y que identifica placer con diversión, desprestigia el esfuerzo.
Deleuze –uno de los creadores de la “filosofía del deseo”- definió al ser humano como un “haz de maquinitas deseantes”, plurales, inconexas y contradictorias. Éste el cliente ideal del mercado opulento. Nietzsche había indicado mucho antes que la “pluralidad y la desagregación de los impulsos, la falta de un sistema entre ellos, desemboca en una ‘voluntad débil’”. La ideología del deseo provoca un desmenuzamiento del Yo, un ‘zapping’ deseante. Lipovetsky comenta: “La falta de atención de los alumnos, de la que todos los profesores se quejan hoy, no es más que una de las formas de esa nueva conciencia ‘cool’ y desenvuelta, muy parecida a la conciencia telespectadora, captada por todo y nada, excitada e indiferente a la vez. El Yo ha sido pulverizado en tendencias parciales según el mismo proyecto de la desagregación que ha hecho estallar la sociabilidad en un conglomerado de moléculas personalizadas”. En la sociedad del capricho, la atención se vuelve caprichosa.
JOSÉ ANTONIO MARINA: ‘LAS ARQUITECTURAS DEL DESEO’ (2007)

12 diciembre 2007

Con la cabeza en las nubes

IMMA MONSÓ

“Tuvo que descender en paracaídas atravesando el vientre de la nube feroz; pudo explicar cómo su cuerpo se había hinchado y deshinchado”

Casi todas las expresiones que incluyen la palabra nube tienen connotaciones negativas. Si "una nube se cierne sobre el horizonte inmobiliario", ello significa que a los promotores les va a ir mal. Empleamos imágenes como "una nube de verano" para ilustrar un amor breve y superficial. "Tener la cabeza en las nubes" se aplica a aquel que en lugar de estar centrado en su trabajo da libre curso a sus pensamientos alados.

Esta última expresión, además de asociar las nubes a un déficit de atención, es engañosa: dudo mucho que a William Rankin, que tuvo la cabeza en el interior de un cumulonimbo, se le pusiera la cara de pasmarote que sugiere la expresión "tener la cabeza en las nubes" cuando, durante un vuelo rutinario en el verano de 1959, le falló el motor y tuvo que descender en paracaídas atravesando el vientre de la nube feroz. Sobrevivió y pudo explicar cómo su cuerpo se había hinchado y deshinchado, desgarrado por los vientos y los cambios de presión.

Sin embargo, como todo lo que tiene mala prensa, las nubes también tienen sus fanáticos y sus devotos. Yo misma, sin ir más lejos. Por eso me ha alegrado saber que existe la Sociedad de Observación de las Nubes, cuyo manifiesto reza así: "Nos comprometemos a luchar contra la obsesión por los cielos azules allá donde la encontremos". En dicho manifiesto, los amantes de las nubes se quejan amargamente de que la mayoría de las personas no se fijan en ellas, y si lo hacen, es sólo para verlas como un impedimento para "ese día perfecto de verano" o como una excusa para estar deprimido.

“En el cuadro de Correggio, la mortal Ío mantiene relaciones íntimas con un cúmulo oscuro y azulado; envuelve a Júpiter, que se oculta de su celosa mujer”

Estamos en pleno puente, y quizá no sea este el mejor momento para ensalzar los cielos inestables. Pero ocurre que nunca me he sentido en sintonía con sus detractores. Siempre que los oigo suspirar por un monótono cielo azul, me acuerdo de aquella deliciosa canción de Brassens en que el narrador cuenta cómo conoció a su gran amor: una noche, en plena tormenta, una vecina llamó a la puerta. Estaba asustada y sola, porque su marido era representante de una empresa de pararrayos y había salido a cazar clientes. Tanto se amaron aquella noche de tempestad, que concertaron una cita para la tormenta siguiente.

Sin embargo, el marido regresó a casa forrado: había vendido tantos pararrayos que se jubiló y se la llevó a uno de "esos países estúpidos donde siempre luce el sol". Desde aquel día, el vecino afectado odia los cielos sin nubes y se pasa la vida asomado a la ventana, esperando ver aparecer algún cúmulo en el horizonte. Acaso Brassens había visto alguna vez el cuadro de Correggio que lleva por título Júpiter e Ío, de 1531, en el que la mortal Ío mantiene relaciones íntimas con un cúmulo oscuro y azulado que supuestamente envuelve al dios Júpiter, que se oculta mediante esta estratagema de su celosa mujer.

“La ‘Guía del observador de nubes’ nos habla de la belleza de cirros, altostratos, nimbostratos, cumulonimbos”...

Los amantes de las nubes son a menudo seres apasionados. Debe de ser por eso que solemos ver a los hombres del tiempo, desde Rodríguez Picó a Tomás Molina, presas de gran excitación cuando nos presentan los fenómenos nubosos, hasta el punto de que consiguen contagiarnos a casi todos el interés que sienten por su materia. Lo mismo trata de hacer Pretor Pinney en un curioso libro que Salamandra acaba de publicar: la Guía del observador de nubes. No es un texto meteorológico, sino una invitación irresistible a contemplar las nubes. Es un libro que nos habla de la belleza de cirros, altostratos, nimbostratos, cumulonimbos, y también nos ayuda a distinguirlos.

Contiene anécdotas como la de Rankin, y también grandes dosis de poesía. Nunca se vuelven a ver las nubes del mismo modo tras leer un libro así. "¡Qué aburrida sería la vida si tuviéramos que sufrir monótonos cielos despejados días tras día!", dice el autor. Y lo malo es que a eso vamos, si no tenemos la suerte de que el tiempo empeore un poco.

IMMA MONSÓ, “EN LAS NUBES”, EN ‘LA VANGUARDIA’, 8/12/2007


La venganza contra los judíos

LUIS RACIONERO

“Steiner teoriza sobre el holocausto como una venganza, porque los judíos han exigido duros progresos éticos: Moisés el monoteísmo, Jesús el cristianismo y Marx el comunismo”

George Steiner, crítico literario, e Isaiah Berlin, historiador de las ideas, son los humanistas más relevantes del fin del siglo XX. Me tomo la libertad de señalarlo porque en este país su influencia ha sido tardía. Debido a nuestra atormentada historia intelectual desde que Felipe II prohibió los libros europeos, las ideas llegan aquí retrasadas y deformadas. La última inquisición fue la escuela marxista que, en época de la dictadura franquista, dominó el pensamiento progresista español, imponiendo pseudopensadores como Althusser, Lacan o Lévi-Strauss, que confundieron más que ilustraron a la generación de posguerra. Entre tanto, y desde los años sesenta, en el mundo anglosajón se dejó sentir la influencia de Berlin y Steiner. Berlin, un judío letón emigrado a Gran Bretaña, Steiner un judío checo-vienés emigrado a Francia y Estados Unidos.


El filósofo A. J. Ayer, en su prólogo al compendio The Age of Analysis,señala que la característica de la filosofía del siglo XX es la ausencia de grandes sistemas: Hegel o Kant no sólo son imposibles de momento, sino para siempre, y nos queda la lógica matemática fallida de Russell y Whitehead, el positivismo lógico de Carnap y el Círculo de Viena refutado por Popper o la filosofía del lenguaje de Wittgenstein que acababa callándose.


Las palabras, el concepto, combinados según las reglas de la lógica ya no dan más de sí. Para conocer el conocimiento se usa la neurología y para conocer las esencias, la física cuántica que, por cierto, no es compatible con la lógica aristotélica, como reconoció desconcertado Heisenberg.


No hay sistema, pero hay pensamiento, y este no ha venido de filósofos puros, sino de un crítico literario y un historiador, cuya lectura recomiendo a quienes aún les interese el humanismo. Isaiah Berlin, fallecido hace diez años, fue un don de Oxford en All Souls donde el sistema ha llegado a la perfección de un college: no hay estudiantes, sólo investigadores. Famoso por sus ensayos Dos conceptos de libertad, o El erizo y la zorra, su idea central fue el pluralismo: "El ideal platónico cree que todas las cuestiones deben tener una respuesta veraz y sólo una, que existe un método para descubrir esas verdades y que las respuestas veraces deben necesariamente ser compatibles entre sí. No es así".

No hay una sola respuesta verdadera a cada problema y, además, las respuestas no tienen por qué ser compatibles entre sí. Hay pluralidad de verdades y de valores que se deben acomodar por consenso racional. Lo explica en La búsqueda del ideal que está en la antología publicada en 1997, The proper study of mankind, que reúne sus mejores ensayos sobre Vico, Herder, Maquiavelo, el romanticismo y el nacionalismo.


Steiner tiene - estuvo en Barcelona recientemente- una vida más movida: nace en París, estudia allá y se traslada a Estados Unidos, donde se gradúa en Chicago y luego se va a Oxford. Luego vive en Cambridge - donde coincidí con él en Churchill College- , pero da clases en Ginebra y Oxford. De ahí su elogio del tren, el café y la estación en su precioso ensayo La idea de Europa. Menos sionista que Berlin, pero más religioso - Presencias reales-, Steiner teoriza sobre el holocausto como una venganza, no de una nación, sino de toda la cultura europea porque los judíos le han exigido por tres veces duros progresos éticos: Moisés el monoteísmo, Jesús el cristianismo y Marx el comunismo.

“¿Por qué la cultura no impidió la barbarie nazi?, ¿cómo se puede oír a Schubert de noche y gasear niños por la mañana?”


Realmente, si no son un pueblo elegido, son al menos perfeccionistas, elevando al listón ético a la humanidad; y esas exigencias morales provocan, según Steiner, resentimientos, odio y venganza. ¿Por qué la cultura no impidió la barbarie nazi?, ¿cómo se puede oír a Schubert de noche y gasear niños por la mañana? Esta cuestión recurre en sus obras. Su explicación no me parece convincente: "Antes la barbarie que el aburrimiento, dijo Teófilo Gautier respecto al siglo XIX"; yo creo que los civilizados son todavía una minoría, incluso en Europa, y son menos aún en el norte.


Pero Steiner no es un profeta sino un crítico literario, probablemente el mejor de nuestra época, y su pensamiento desborda hacia temas humanistas y cosmopolitas (…). Su preocupación es adónde va la cultura clásica - esa que se expresaba en francés-, la high culture amenazada por el pop y la contracultura. A lo largo de su labor como crítico y docente, ha asistido al declive de la palabra, al auge de la imagen y la música; ha visto, más bien oído, cómo el pop y el rock se convertían en la lingua franca de la juventud.

En la civilización - es un decir- actual, que él califica de posclásica, yo la llamaría posneoclásica, los lenguajes ajenos a la palabra serán la música y las matemáticas. Las ciencias ocuparán, como fuentes creativas, el lugar del arte y las humanidades; los talleres plásticos ya han sido superados por los laboratorios, pero son ciencias que han tocado los límites de la razón cartesiana o aristotélica y necesitan otro modelo de intelección que vaya más allá del racionalismo y, por supuesto, del mecanicismo.

Aquí Steiner se encuentra con el pluralismo de Berlin, al aceptar la existencia de verdades diversas, admitir que la razón llega a valores diferentes en contextos diversos, que la realidad es más confusa que el método platónico y que el futuro se abre a un humanismo más complejo y sutil que el neoclasicismo de la Ilustración.

LUIS RACIONERO, “STEINER Y BERLIN”, EN ‘LA VANGUARDIA’, 11/12/2007


26 noviembre 2007

El 90 por ciento de las criaturas abisales producen su propia luz

EFE 4 - 12/12/2007 18:09:00 - LIBRO ABISALES

Esponjas de cristal, holoturias luminosas, anélidos de colores, medusas aterciopeladas; la bioluminiscencia se produce gracias a una reacción química que genera una luz ‘fría’”

Madrid, 12 dic (EFE).- El 90 por ciento de los animales de las profundidades marinas es capaz de crear su propia luz, incluso los corales y las esponjas, ha explicado hoy Claire Nouvian, periodista y autora del libro "Criaturas abisales", durante su presentación.

La bioluminiscencia, comenta Nouvian, se produce gracias a una reacción química que genera una luz "fría" que permite a los animales, entre otras funciones, localizar a sus presas o confundir a sus depredadores.

En el libro, de la editorial La esfera de los libros, aparecen más de 300 fotografías de especies abisales como las esponjas de cristal o las globo verde, holoturias luminosas, anélidos de colores, así como medusas aterciopeladas o las farolillos de papel.

“Nouvian ha reconocido ‘llorar de emoción’ cuando se apagaban las luces del batiscafo”

A la autora le ha llevado más de tres años recopilar toda la información que aparece en los textos, para lo que ha contado con la colaboración de numerosos investigadores internacionales y con su experiencia personal en diversas inmersiones.

Nouvian ha reconocido "llorar de emoción" cuando se apagaban las luces del batiscafo y aparecía en la profundidad del océano cientos de extrañas criaturas, que posiblemente nunca nadie había visto jamás.

Algunos peces forman uno de los grupos de aspecto más "monstruoso" que vive en esas profundidades, como los diablos negros, el tiburón lagarto, las anguilas degolladas, el yelmo de nariz cuadrada, el pez fútbol, los dragones o los engullidores.

Crustáceos gigantes, gusanos de penacho de los manantiales hidrotermales y las babosas de aletas afiladas son otras de las criaturas recogidas en el libro, tomadas en profundidades de hasta 5.000 metros.

No es la falta de luz, la alta presión o la fría temperatura lo que limita la vida a esa profundidad, señala Nouvian, sino la escasez de alimento, ya que solo se dispone del que cae desde la superficie.

“Algunos peces forman un grupo ‘monstruoso’, como los diablos negros, el tiburón lagarto, o las anguilas degolladas”


En las profundidades también aparecen algunos fósiles vivientes, como el vampiro infernal, posible antepasado común de pulpos y calamares.

Precisamente los cefalópodos son el grupo más atractivo para la autora, "quizá por su inteligencia y sus grandes ojos", como los pulpos "dumbo" o el Stauroteuthis, que produce luz por las ventosas, hasta el desconocido calamar gigante.

Xavier Pastor, director ejecutivo de Oceana, ha recordado, durante el acto de presentación del libro en la sede de la organización en Madrid, que todas estas criaturas comienzan a estar amenazadas porque los barcos arrastreros ya llegan con sus artes hasta los 2.000 metros de profundidad.

"Las enormes puertas metálicas que arrastran los aparejos de estos buques pueden devastar los lechos marinos o destruir en segundos arrecifes de coral de 8.000 años", señaló.

Enric Sala, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CSIC), ha indicado que el 30 por ciento de las reservas pesqueras mundiales están ya colapsadas, y ha criticado que la mayoría de los científicos no están ayudando a divulgar los desastres que están sucediendo en el mar.

EFE
esl-td/jrr
|K:CYT:CIENCIA-TECNOLOGIA,AMBIENTE-NATURALEZA|
|N:C|
12/12/16-09/07

05 noviembre 2007

pinpilinpauxa *

Mariposa muerta encontrada en Calaf (Anoia), noviembre 2007
* Mariposa en euskera

más en flickr


27 octubre 2007

queridos lectores:

En efecto, hace un tiempo que Escorpionadas apenas se actualiza. Sin comprometerme en fechas (tarea complicada, como nos demuestra el AVE), espero tener algo que contaros próximamente

Atentamente,

Joan Pau.

22 septiembre 2007

Libélula mía


Este deseador, este que se estremece de pasión y de horizonte, que quiere sondearlo todo, saborearlo todo. Este ángel caliente, pájaro, duende, diablo infantil, niña efervescente: ved cómo me desvela, me muerde sin descanso, agita mi cuerpo perezoso, corretea por mi vientre como bicho alado sobre tronco hendido, trepa, corre, liba, revolotea y, de repente se marcha, huye, se va volando, pero ¿qué hará, adónde irá el ánima traviesa? ¿qué caminos va a incendiar? ¿qué será de ella, tan sola y malquerida, pobre aguijón mío, diablejo de los coloretes? Un día, un buen pastor, un caminante o un jabato la encontrará muerta de aburrimiento por lejanos pedregales. Y yo diré: "mi pequeñuela, mi huérfana libélula: si nunca jugué contigo fue por no lastimarte".

Joan Pau Inarejos, 17 septiembre 2007
foto: libélula encontrada en la playa de Gavà (Barcelona, septiembre 2007)


02 septiembre 2007

norte y sur


Arriba: vista de Estocolmo (Suecia) / abajo: restaurante frente al Panteón de Roma (agosto 2007)

MÁS FOTOS DE ROMA Y ESTOCOLMO EN flickr

25 agosto 2007

El rayo que no cesa

Me tiraste un limón


Me tiraste un limón, y tan amargo,

con una mano cálida, y tan pura,

que no menoscabó su arquitectura

y probé su amargura sin embargo.


Con el golpe amarillo, de un letargo

dulce pasó a una ansiosa calentura

mi sangre, que sintió la mordedura

de una punta de seno duro y largo.


Pero al mirarte y ver la sonrisa

que te produjo el limonado hecho,

a mi voraz malicia tan ajena


se me durmió la sangre en la camisa

y se volvió el poroso y áureo pecho

una picuda y deslumbrante pena.


Por tu pie, la blancura

Por tu pie, la blancura más bailable,
donde cesa en diez partes tu hermosura,
una paloma sube a tu cintura,
baja a la tierra un nardo interminable.

Con tu pie vas poniendo lo admirable
del nácar en ridícula estrechura,
y donde va tu pie va la blancura,
perro sembrado de jazmín calzable.

A tu pie, tan espuma como playa,
arena y mar me arrimo y desarrimo
y al redil de su planta entrar procuro.

Entro y dejo que el alma se me vaya
por la voz amorosa del racimo:
pisa mi corazón que ya es maduro.


Por una senda van los hortelanos

Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.

Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora,
sino que merodea sin destino.

Bajo su frente trágica y tremenda,
un toro solo en la ribera llora
olvidando que es toro y masculino.


Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.


Miguel Hernández, 'El rayo que no cesa' (1936) / 'Viento del pueblo' (1937)


17 julio 2007

La increíble Hulk









FERNANDO DE FELIPE

"La Patiño es como el increíble Hulk, sólo que es a ella a quien se le hincha la vena cuando pone verde a los demás"

La guerra, solía decir Clemenceau, es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de los generales. Del mismo modo, y visto la que se montó el viernes en ‘¿Dónde estás corazón?’, bien podría afirmarse que una vieja (con perdón) leona como Bárbara Rey es una presa demasiado experimentada en la lucha en el barro y los ajustes de cuentas como para dejarla en manos de esa aprendiza de gata panza arriba que es María Patiño. Y es que su numerito del otro día en la pista central de Antena 3 fue indignante, por mucho que ella revistiera su ‘espantá’ de (in)digna(da) retirada. Que perdió los papeles couché, vamos.

La Patiño es de esa clase de ‘periolistillas’ del corazón que se creen obligadas a estar siempre en el ojo del huracán para, abanico documental en ristre, intentar que el vendaval tombolero no amaine nunca. Experta como Pepe Pótamo (y su amiga Gema López) en los giros hipohuracanados, la Patiño parece estar convencida de que, de haberse dedicado al periodismo “serio” (como ella misma lo llama, no sin cierto ‘rintintín’), ella solita sería capaz de resolver el asesinato de Kennedy, de capturar a Bin Laden, de descubrir la latitud de esa isla en la que comparten hamaca y urbanizable leyenda Elvis, Hendrix y Jim Morrison, de convencer a la reina de Inglaterra para que pose en albornoz para la Leibovitz e incluso de hacer que el túnel del AVE pase por Ambiciones. Menuda es ella.

Lo malo es que a esta chica algún día le va a dar un patatús en pleno arrebato deontológico. Porque la Patiño es como el increíble Hulk, sólo que es a ella a quien se le hincha la vena cuando pone verde a los demás…, y la que enrojece de rabia cuando son los otros los que la ponen verde a ella.

FERNANDO DE FELIPE, EN ‘LA VANGUARDIA’, 16/7/2007

Melancolía centrífuga

MARC FUMAROLI

“Hemos perdido todo sentido del centro, pérdida que nos mantiene dispersos, sin voluntad, incapaces de gozar"

En Europa formamos a gente centrifugada, dispersa, orientada al masivo consumo de esto, aquello y lo otro... ¡Eso no es educar!

¿Qué es educar, señor Fumaroli?

Contener nuestras tendencias centrífugas naturales. Es decir, cultivar la memoria y la concentración. ¡Esto se ha abandonado!

¿Con qué consecuencias, a su entender?

Al no concentrarnos, nos descentramos: hemos perdido todo sentido del centro, pérdida que nos mantiene dispersos, sin voluntad, incapaces de gozar..., ¡una pérdida que nos aboca a la melancolía! Éste es nuestro diagnóstico colectivo: crisis melancólica, a la que entusiásticamente llamamos cultura.

¿Hoy nos sentimos melancólicos en ausencia del goce de la auténtica cultura?
Pero habrá una reacción.


¿Qué reacción?

Algunas escuelas enseñarán a algunos ciertas materias altamente selectas: se hablará de Homero, de tragedias griegas, del Mahabbarata,de sánscrito... Quizá esté sucediendo ya de un modo secreto, quizá esté ya operando una academia invisible...

¿Sí? ¿Un Fahrenheit 451 del espíritu?

Je, je. Hay artistas, profesores, críticos... al margen de la burocracia oficial. Hay familias que están ya apartando a sus hijos de la televisión, de la circulación general de imágenes. Hacen como Rousseau con su Emilio...¡Habrá un elitismo feroz como lógica reacción a esta feroz masificación!

Interesante diagnóstico...

Y sólo de ahí, de esos poetas, de esos estudiosos, de esos artistas podrá brotar lo que yo llamo Europa del espíritu, ¡la única Europa valiosa de verdad! Y una cosa es segura...

¿Qué, Fumaroli?

Esta Europa del espíritu... no va a salir de Bruselas, seguro que no, no, no.

MARC FUMAROLI, ensayista francés (‘El estado cultural’), entrevistado por VÍCTOR AMELA en ‘La Vanguardia’, 16/07/2007



11 julio 2007

Scarlett en Barcelona



Scarlett Johansson durante el rodaje de la película de Woody Allen en Barcelona, 10/07/2007. Fotos: EFE

29 junio 2007

El cinematógrafo construye el mundo


WALTER LIPPMANN

"Los florentinos que deseaban visualizar un santo acudían a su parroquia; hoy, el cine hace cobrar vida ideas borrosas como el Ku Klux Klan"

Los sujetos que aspiran a censurar el arte tienen a su favor que, por lo menos, no subestiman este tipo de influencias. Por lo general tienden a malinterpretarlas, y en el colmo del absurdo casi siempre se concentran en evitar que alguien logre descubrir lo que no cuenta con su bendición. Sin embargo, al igual que Platón cuando explicó su teoría acerca de los poetas, todos ellos presienten vagamente que los prototipos procedentes de la ficción tienden a imponerse en la realidad. Por tanto, cabe suponer que el cine esté construyendo una imaginería que las palabras que leemos en los periódicos son capaces de evocar.

A lo largo de nuestra historia nunca hemos tenido a nuestra disposición un apoyo visual comparable al cine. Cuando los florentinos deseaban visualizar algún santo, acudían a contemplar los frescos de su parroquia, donde podían empaparse de la visión vigente en su época, estandarizada por Giotto. Asimismo, los atenienses acudían a los templos para visualizar a los dioses. Sin embargo, el número de objetos representados era limitado, aunque no tanto como en Oriente, donde el espíritu del segundo mandamiento estaba tan extendido que las representaciones de cosas concretas escaseaban aún más. Quizá ésta sea la causa de que la facultad de tomar decisiones prácticas resultase asimismo escasa.

En el mundo occidental, por el contrario, se ha experimentado durante los últimos siglos un incremento sustancial del número y la gama de las representaciones laicas, las descripciones gráficas, la narrativa, la narrativa ilustrada y, por último, el cine mudo y, tal vez, el cine sonoro.

El cine goza en la actualidad de la autoridad en materia de imaginación de la que en el pasado gozaron la narración oral y la letra impresa, sucesivamente. Las películas parecen absolutamente reales. Imaginamos que llegan a nuestras manos directamente, sin que medie la intervención humana, y no cabe duda de que constituyen el alimento mental que menos esfuerzo requiere por nuestra parte. Las descripciones orales, e incluso las fotografías, nos exigen un cierto grado de esfuerzo mnemotécnico antes de instalarse definitivamente en nuestra mente. Sin embargo, delante de la pantalla todo el proceso de observación, descripción, narración y a continuación, imaginación se lleva cabo por y para nosotros.

Sin mayor dificultad que la necesaria para permanecer despiertos, la pantalla recita de un tirón los resultados más codiciados por nuestra imaginación. Gracias a ella cobran vida ideas hasta entonces borrosas y nociones vagas, como la del Ku Klux Klan, que ha cobrado forma gracias a 'The Birth of a Nation' de Griffith. Puede que dicha forma sea incorrecta desde el punto de vista histórico y perniciosa desde el moral, pero es una forma, y dudo que alguien que haya visto la película y sepa menos de lo que sabe Griffith acerca del Ku Klux Klan sea capaz de escuchar esas tres palabras, de nuevo, sin visualizar a esos jinetes blancos.



WALTER LIPPMANN, 'LA OPINIÓN PÚBLICA' (1922)

27 junio 2007

Diferencias por todas partes

WALTER LIPPMANN

"Los anarquistas sofisticados perciben todo un universo de disensiones entre Bakunin y Kroptkin”

La lucidez mental consiste en la capacidad de disociar analogías superficiales, reparar en las diferencias y percibir la variedad. Es una facultad relativa. Podemos apreciar notables diferencias entre la lucidez, de por ejemplo, un bebé recién nacido y un botánico en el momento de examinar una flor. Los recién nacidos apenas aprecian una ligera diferencia entre sus propios dedos, el reloj de su padre, la lámpara que hay sobre la mesa, la luna en el cielo y una edición de color amarillo brillante de Guy de Maupassant.

Cabe señalar que muchos miembros del ‘Union League Club’ no aprecian diferencias notables entre demócratas, socialistas, anarquistas y ladrones, mientras que los anarquistas más sofisticados perciben todo un universo de disensiones entre Bakunin, Tolstoi y Kroptkin. Estos ejemplos demuestran hasta qué punto puede resultar difícil definir con exactitud la opinión pública de los recién nacidos acerca de Maupassant, o del ‘Union League Club’ acerca de los demócratas.

Los individuos que se limitan a montar en los automóviles de terceros quizá no puedan distinguir más allá de un Ford, un taxi y un automóvil. Sin embargo, si esos mismos sujetos se comprasen y condujesen su propio vehículo, es decir, si proyectaran su líbido hacia los automóviles, como dicen los psicoanalistas, serían capaces de describir las diferencias existentes entre diversos carburadores con sólo mirar la parte trasera de un coche aparcado a una calle de distancia.

A esto se debe que a menudo nos sintamos aliviados cuando la conversación se deriva de “temas generales” a nuestras aficiones personales: es como pasar del paisaje que vemos pintado en el salón al campo de labranza que hay fuera de casa; o como regresar al mundo tridimensional después de habernos introducido en el retrato de la respuesta emotiva dada por un pintor ante lo que, en virtud de su propia memoria distraída, imagina que ha visto.

WALTER LIPPMANN, 'LA OPINIÓN PÚBLICA' (1922)

26 junio 2007

La conversión de Tony Blair

JOSEP MARIA RUIZ SIMON

Tolkien y Lewis inventaban mundos ficticios en los que se representaba la lucha entre el bien y el mal; tras el 11-S, Blair ha recuperado esta clara visión anglocatólica de la geografía

Las sacristías andan revueltas con el anuncio de que Blair, apostatando del anglicanismo, profesará la fe católica, apostólica y romana y sueña con un diaconato. Y no es improbable que, entre casullas, reliquiarios y copones, algún sacerdote instruido se acuerde de lo que, tal vez cuando era estudiante de la Universidad de Navarra, leyó en una obra de Carl Schmitt: "La mayor parte de las veces se escucha el reproche, repetido en todo el parlamentario y democrático siglo XIX, de que la política católica no consiste sino en un oportunismo sin límites". No es por casualidad que, a inicios del siglo XXI, este mismo reproche ha sido dirigido también con frecuencia hacia la llamada tercera vía.

Si, como sostenía con admiración tal vez irónica el propio Schmitt, lo característico del catolicismo como forma política es su asombrosa elasticidad, su increíble capacidad de adaptación, su ambigüedad infinita y su increíble propensión a superar los dualismos como si no existiera el principio de contradicción, el hasta ahora anglicano Blair ha sido el gran político católico de nuestra era. Cabe señalar no sin sorpresa que esta peculiar grandeza ya la previeron con claridad los profesores de Esade que, ya a fines de los años noventa, fueron de los primeros en tomarse en serio sus propuestas.


Se podría escribir una historia de Inglaterra desde Enrique VIII hasta nuestros días atendiendo exclusivamente a la manera como esta nación se ha ido reflejando en los conversos católicos que ha producido (...). Tendría que dedicar no poco espacio al peculiar mundo literario de los conversos ingleses al catolicismo, con R. H. Benson, hijo de un primado de Inglaterra, entre los pioneros, y con Hillarie Belloc, Tolkien, C. S. Lewis, Chesterton y Graham Greene, entre los más destacados. Hubo un tiempo, el de Tolkien y Lewis, en el que este tipo de héroes religiosos inventaban mundos ficticios, como la Tierra Media o Narnia, donde todo parecía posible y en los que se representaba épicamente la eterna lucha entre las fuerzas del bien y del mal. Con sus apuestas para el nuevo orden internacional surgido del 11-S, Blair ha recuperado esta clara visión anglocatólica de la geografía ideológica, que se había visto oscurecida por la turbia narrativa de Graham Greene, en la que uno acababa no sabiendo, con consecuencias nefastas, quiénes eran los malos (...).

Señalando hacia el catolicismo, Blair bendice el fin de una época. Viene a indicar que la soberanía nacional ya no sirve ni como mito. Queda por ver si su pasión romana es una declaración metafórica de amor por los "poderes indirectos" en general o tiene algo que ver con una iluminación especial sobre la verdad del dogma de la Inmaculada Concepción o sobre las bondades de la infalibilidad pontificia.

JOSEP MARIA RUIZ SIMON, PROFESOR DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSITAT DE GIRONA, EN 'LA VANGUARDIA', 26/06/07 / fotos: FOTOGRAMAS DE 'EL SEÑOR DE LOS ANILLOS' Y 'LAS CRÓNICAS DE NARNIA'

25 junio 2007

Reunión secreta


Capitel románico en el monasterio de Sant Pere de Rodes (Alt Empordà, Girona), junio 2007

16 junio 2007


VIKTOR FRANKL, RENÉ GIRARD, GILLES LIPOVETSKY, HAROLD BLOOM, NAOMI KLEIN, JOSÉ ANTONIO MARINA, MAX WEBER, JOSÉ L. L. ARANGUREN, ALBERT CAMUS, VLADIMIR NABOKOV, KARL JUNG...

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12 junio 2007

Una tarde en la Monumental

JOAN PAU INAREJOS

Quejas, gruñidos, refunfuños: “¡joder, vaya toro más feo! ¡parece una oveja!”

La tarde del 10 de junio de 2007, Serafín Marín fue volteado por un toro. Le sangró el brazo. Un susto. “Estaba arriesgando demasiado”, comentaban los asiduos de la Monumental de Barcelona. “Escalofriante voltereta”, narra Ángel González Abad en ‘ABC’. “Unas manoletinas suicidas” –sugiere Paco March en ‘La Vanguardia’- precipitaron la cogida, pero el accidente no evitó al diestro de Montcada i Reixach (1983) acabar la tarde cortando dos orejas, doble trofeo ensangrentado que, para los profanos en el rito, viene a ser, digamos, un notable.

Y es que, a juzgar por el ambiente de la plaza y por los comentarios expertos del día después, las hechuras de Marín con el cuarto toro fueron el único tramo brillante –y a ratos angustiante- de una tarde artística y meteorológicamente gris. “Gran faena de Serafín Marín”, titula Pau Nadal en ‘El País’. Gracias a él “la tarde no resultó un espectáculo infumable”, sentencia González. Lidió con “mimo y temple” (Nadal). March recuerda –¡y con qué jerga tan ininteligible para los que nos asomamos por primera vez!- que “el recibo capotero, la suerte cargada, brazos y cintura toreando a compás ya presagiaron algo bueno”. El capote revoloteaba, Marín se arrimaba temerariamente, el público vibraba con un rosario de olés y la banda ponía el oportuno y eufórico barniz musical.

El catalán, “esperanza blanca en tiempos convulsos” (March) fue ovacionado y “sacado a hombros”, y fue el único que se llevó aplausos durante las dos horas largas de espectáculo. Ante las otras actuaciones, González cuenta que “el público, santo, hasta se enfadó”: y atestiguo que es verdad. Un señor de bigote blanco gritaba con insistencia desde su localidad: “¡Nosotros pagamos, tú cobras!”. Un hombre de mediana edad, más discreto, murmuraba quejosamente sobre la calidad del ganado: “Joder, vaya toro más feo. Vaya toro más feo, hostia. ¡Parece una oveja!”. “Esto no se puede hacer en una plaza de primera categoría”. “¡Que se escapa el conejo!”, escupía otro sarcástico.

¡Qué exigencia estética, la de los taurófilos! Quién se lo diría a tantos que imaginan las corridas como morbosos festines de sangre. Este público implacable incluso reclama profesionalidad a los desconcertados animales. Se oyeron abucheos cuando un pobre morlaco quedó encallado en la arena por la cornamenta. Murmullos de decepción cuando un toro -¿quizá demasiado gordo? ¿viejo? ¿culpa del ganadero?- embestía en falso y derrapaba. Quejas, rezongos, gruñidos, refunfuños. “Los chicos no tienen la culpa, están motivados, pero es que con este género no se puede hacer nada…”.

“Faltó el respeto de los organizadores, y hasta el de la autoridad que permitió que aquel destartalado conjunto de toros”, truena González desde ‘ABC’. “El lote fue de lo más esaborío que imaginarse pueda” clama March. El crítico ejercitado habla de “novillejos mal alimentados” e incluso –ojo, que esto es serio- de “antitoros”. “Un desesperante abuso” (González). Escándalo Monumental.

Al final, los lamentos pararon en seco y resonó una orden siniestra: “¡Mátalo! ¡Mátalo ya!”. Grito seco que parecía decir: “no nos gusta la tortura agónica; no hay que empecinarse con una bestia tosca que no da más de sí; si no lo haces bien, si no brillas, si no toreas como es debido, novato, remata la faena y vete”. Si a algo se parece una corrida es a un tribunal aristocrático, no a un linchamiento público. No les altera un toro respondón, sino una banderilla mal clavada. Hay que matar bien: he aquí la oscura ética que palpita dentro de los muros de la plaza.

JOAN PAU INAREJOS, junio 2007
foto: Serafín Marín en la Monumental de Barcelona

MANUEL DELGADO:

“En lugares como Barcelona la corrida de toros se incorpora a una cultura popular urbana naciente, celosa de sus señas de identidad propias, políticamente radicalizada”

CONTES SOBRE TOROS:

El torero dessagnat
Les disfresses del toro

DIBUJOS SOBRE TOROS

El Pop Art o los mascadores de chicle

JOAN PAU INAREJOS

El homenaje a las fresas, a la espuma, a las piscinas, a las rubias ordinarias: toda esa refrescante impertinencia hubiera sido imposible en la vieja Europa

Confieso mi debilidad por el Pop Art. El humor desinhibido, el mundo de colores ácidos y reticulas de cómic, la parodia gamberra, el dominio formidable de las técnicas cartelistas y publicitarias, el temperamento urbanita, inestable, multirreferencial, adicto a la cultura de masas, esas cerillas gigantescas de Claes Oldenburg imponiéndose a los peatones de la Vall d'Hebron de Barcelona, y sobre todo el homenaje a las fresas, a la espuma, a las bañeras y las piscinas, a las rubias ordinarias, a las palmeras de California: toda esa refrescante impertinencia hubiera sido imposible en la vieja Europa –¡perdón por citar aquí a Donald Rumsfeld!-, que desde el Romanticismo hasta Antoni Tàpies se toma a sí misma demasiado en serio.

Se dirá que muchos de los grandes artistas del Pop Art son de origen europeo: es cierto, pero el sentido del humor de estos creadores, sus frívolos propósitos y su escandalosa iconografía pertenecen si duda al mundo anglosajón y muy entrañablemente a la jovenzuela nación estadounidense.

Baste comparar a la mujer de la pintura europea –misteriosa, inocente o perversa, hechicera o huidiza- con las ligeras ‘pin-ups’ de Tom Wesselmann o Mel Ramos. Que no se ofendan las feministas, pero la ristra de rubias platino del Pop Art deja a las intrigantes pelirrojas románticas, expresionistas o fauves como risibles antiguallas decimonónicas.

Lo sé, lo sé: son mujeres objeto. O mejor: parodias de mujeres objeto. Ahí reside el humor de los ‘poperos’: no se toman en serio a la modelo. No la adoran ni le encienden velas. Los desvergonzados americanos no creen en las musas ni veneran al Eterno Femenino. Qué escándalo.

Realmente obscenas son las mesas-mujer que diseña Allen Jones para que dejen sus copas los jóvenes dementes de ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick. Esos maniquíes blancos a cuatro patas sustentando whiskys y gin-tonics como un Atlas femenino y curvilíneo… ¡imaginad tamaño ultraje en un catálogo de Ikea! O esas azafatas despelotadas de Mel Ramos, montadas sobre puros y plátanos hipertrofiados, rodeando coches y animales de circo como reclamos de un impresentable festín publicitario. La pobre Venus de Botticelli transvestida por Alain Jacquet en un surtidor de gasolina ya es, directamente, para rasgarse las vestiduras.

Ved esas labiudas bañistas de Tom Wesselmann, fumando y degustando cerezas sin más atributos que dos pezones color carmesí. Ni un matiz, ni una expresión, ni un eco de personalidad. Puras muñecas hinchables. Contemplad esos primeros planos descarados de Roy Lichtenstein, donde la viñeta de una joven azorada y cursi de ojos azules se convierte en icono monumental. La quinceañera ilusa deviene reina por un día. El fantasma de Marilyn nos mira melancólico a través de serigrafías interminables…

En vez de romper con la figuración y lanzarse a la noble y ascética aventura abstracta, la generación Pop, vaya por dónde, abre todos los cajones de la figuración y deja la habitación hecha unos zorros. Hace lisa y llanamente lo que le da la gana. David Hockney convierte los brumosos estanques impresionistas en piscinas cuadriculadas. Como una apisonadora, Alan d’Arcangelo se carga el bosque de los románticos alemanes y pone en su lugar un circuito de carreteras y señales de tráfico. El ‘paparazzi’ Alain Jacquet reduce el Desayuno de Manet a una foto robada en papel revista. Las casas portátiles y los muebles bar de Wesselmann y Lichtenstein ponen patas arriba los mojigatos interiores holandeses…

Reivindicado el plástico, el alquitrán y el agua con cloro, los artistas del Pop Art se solidarizan con el hombre de la calle, conductor, turista y fumador empedernido, que íntimamente prefiere ver los semáforos antes que el lucero de la mañana. ¡Alienados!, exclamará el lúcido marxista.

“El arte de los mascadores de chicle está invadiendo las galerías de arte”, se lamenta el crítico Max Kozloff. ¡Flop! Los chiquillos angloamericanos hacen otra burbuja de chicle y esta vez estalla ante las narices de la hermandad abstracta y suprematista. Ahí está Roy Lichtenstein imitando socarronamente la libre pincelada de Jackson Pollock. El ‘action painting’, estela radical de los rebeldes europeos, refugio de los ardientes espíritus románticos, se plastifica y se encuaderna: helo aquí, convertido en un anagrama prefabricado de imprenta. Y el mayor sacrilegio: las cuadrículas sagradas de Pietr Mondrian pasan a decorar los espacios habitables de Wesselmann. El manifiesto vanguardista luce junto al friorífico, las rebanadas de pan de molde y otros enseres de consumo.

Escribo desde un museo de arte contemporáneo cualquiera. Aquí ya nada escandaliza. Pasando entre cristales, blancos y transparencias, atravesando efímeras instalaciones y finalmente perdido en el laberinto de luces azules de una exposición de videoarte, echo de menos las burbujas de chicle. ¡Flop! Y una risa gamberra entre dientes…

JOAN PAU INAREJOS, junio 2007


BIBLIOGRAFÍA
TILMAN OSTERWOLD: 'POP ART' (1990), ED. TASCHEN
KLAUS HONNEF, UTA GROSENICK, ED.: 'POP ART' (2004) ED. TASCHEN

IMÁGENES

DE ARRIBA ABAJO: 1) 'STUDY FOR BEDROOM PAINTING #2' (TOM WESSELMANN, 1967); 2) 'WOMAN IN BATH' ROY LICHTENSTEIN, 1963); 3) 'THE BIGGER SPLASH' (DAVID HOCKNEY, 1967); 4) 'STILL LIFE #20' (TOM WESSELMANN, 1962)