26 enero 2007

El Eterno "con rostro de víbora"

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

Lautréamont [Conde de Lautréamont, poeta francés, 1846-1870] resucita, una vez más, la figura de Dios de Abraham y la imagen del rebelde luciferino. Sitúa a Dios “en un trono formado con excrementos humanos y oro”, donde preside “con un orgullo tonto, cubierto el cuerpo con una mortaja hecha de sábanas sin lavar, aquel que se titula a sí mismo Creador”. El horrible Eterno “con rostro de víbora”, el “astuto bandido” al que se ve “esparcir incendios en que perecen los ancianos y los niños” rueda, embriagado, por el arroyo, o busca en el burdel goces innobles. Dios no ha muerto, pero ha caído (…).

Trastornado ante la idea de tener a Dios por enemigo, ebrio de la soledad potente de los grandes criminales (“yo solo contra la humanidad”), Maldoror [personaje de Lautréamont] va a lanzarse contra la creación y su autor. Los ‘Cantos’ exaltan “la santidad del crimen”, anuncian una serie creciente de “crímenes gloriosos” (…).

Todas las criaturas de los ‘Cantos’ son anfibias, porque Maldoror rechaza la tierra y sus limitaciones. La flora está hecha de algas y de fucos. El castillo de Maldoror está sobre las aguas. Su patria es el viejo océano. El océano, símbolo doble, es a la vez el lugar de la aniquilación y de la reconciliación (…). Los ‘Cantos’ serían así nuestras ‘Metamorfosis’ en las que la sonrisa antigua es sustituida por la risa de una boca cortada con navaja, imagen de un furor frenético y agrio (…). El “embruteceos” pascaliano toma con él un sentido literal.

"Reduce la vida al nadar fulgurante de la sepia en medio de una nube de tinta"


Parece que Lautréamont no pudo soportar la claridad fría e implacable en la que hay que durar para vivir (…). Optó entonces por reducir la vida, y su obra, por el nadar fulgurante de la sepia en medio de una nube de tinta. El hermoso pasaje en que Maldoror se acopla en alta mar con la hembra del tiburón “en una cópula larga, casta y repelente", el relato significativo, sobre todo, en que Maldoror transformado en pulpo asalta al Creador, son expresiones claras de una evasión fuera de las fronteras del ser y de un atentado convulso contra las leyes de la naturaleza.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951) / FOTO: 'ANGUS DEI', DE JOAN PAU INAREJOS (2003)

Nietzsche traicionado por la esvástica

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

Una raza de señores incultos balbuceando la voluntad de poder ha asumido al fin la “deformidad antisemita” a la que Nietzsche no cesó de despreciar (…). Defensor del gusto clásico, de la ironía, de la frugal impertincencia, aristócrata que supo decir que la aristocracia consiste en practicar la virtud sin preguntarse por qué, y que hay que dudar de un hombre que necesitaría razones para seguir siendo honrado (…), su propio país, a los treinta años de su muerte, lo erigió en maestro de mentira y de violencia e hizo odiosas nociones y virtudes que su sacrificio había hecho admirables (…).

“Debe denunciarse la fabricación de infrahombres resultante de la predicación del superhombre”

Se conocen sin duda filosofías que han sido traducidas y traicionadas en la historia. Pero hasta Nietzsche y el nacionalsocialismo no existía ejemplo de que un pensamiento enteramente iluminado por la nobleza y los desgarramientos de un alma excepcional fuera ilustrado a los ojos del mundo por un desfile de mentiras, y por el espantoso amontonamiento de los cadáveres concentracionarios. La fabricación metódica de infrahombres resultante de la predicación del superhombre, he aquí el hecho que debe denunciarse sin la menor duda.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

"El arco más tenso que existe"


ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

Nietzsche al menos no se esquiva. Contesta y su contestación está en el riesgo: Damocles nunca danza mejor que bajo la espada. Hay que aceptar lo inaceptable y sostenerse en lo insostenible (…). Así, de la desesperación absoluta brotará la alegría infinita; de la servidumbre ciega, la libertad sin condición. Ser libre es precisamente abolir los fines (…).

La adhesión total a una necesidad total, tal es su definición paradójica de la libertad. La pregunta “¿libre de qué?” es sustituída entonces por “¿libre para qué?”. La libertad coincide con el heroísmo. Es el ascetismo del gran hombre, “el arco más tenso que existe” (…).

“Dionisos aúlla eternamente en el desmembramiento”

Nietzsche nunca ha exaltado más que el egoísmo y la dureza propios de todo creador. La transmutación de los valores consiste tan sólo en sustituir el valor del juez por el del creador. Dionisos, dios de la tierra, aúlla eternamente en el desmembramiento. Pero representa al mismo tiempo esa belleza trastornada que coincide con el dolor (…). Aceptarlo todo, la suprema contradicción y el dolor al mismo tiempo, era reinar sobre todo. Nietzsche aceptaba pagar el coste por este reino. Sólo la tierra, “grave y doliente”, es verdadera.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

Condenados a la libertad

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

En este mundo desembarazado de Dios y de las ideas morales, el hombre vive ahora solitario y sin dueño. Nadie menos que Nietzsche, y en este sentido se distingue de los románticos, ha dejado creer que tal libertad podía resultar fácil (…). A partir del momento en que el hombre ya no cree en Dios, ni en la vida inmortal, se hace “responsable de todo lo que vive, de todo lo que, nacido del dolor, está condenado a sufrir de la vida”.

Es a él, a él sólo, a quien toca encontrar el orden y la ley. Entonces comienza el tiempo de los réprobos, la búsqueda extenuante de las justificaciones, la nostalgia sin objetivo, “la cuestión más dolorosa, la más desgarradora, la del corazón que se pregunta: ¿dónde podría sentirme en mi casa?” (…).

“Sin Dios, el resultado es la espantosa libertad del ciego”

Sin ley no hay libertad. Si el destino no está orientado por un valor superior, si el azar es rey, el resultado es la marcha entre las tinieblas, la espantosa libertad del ciego. Al término de la mayor liberación Nietzsche opta, pues, por la mayor dependencia. “Si no hacemos de la muerte de Dios una gran renuncia y una perpetua victoria sobre nosotros mismos, tendremos que pagar por esa pérdida”.

Dicho de otro modo, con Nietzsche la rebeldía conduce a la ascesis. Una lógica más profunda sustituye entonces el “Si nada es verdad, todo está permitido” de Karamazov por un “Si nada es verdad, nada está permitido” (…). Donde nadie puede decir ya qué es negro y qué es blanco, la luz se apaga y la libertad se convierte en prisión voluntaria.

“A este callejón sin salida se precipita Nietzsche con un júbilo horrible”

A este callejón sin salida al que empuja metódicamente su nihilismo cabe decir que se precipita Nietzsche con una especie de júbilo horrible (…). Si entonces el hombre no quiere perecer entre los nudos que lo ahogan, tendrá que cortarlos de un solo golpe, y crear sus propios valores (…). “Cuando no se encuentra la grandeza en Dios –dice Nietzsche- no se la encuentra en parte alguna; hay que negarla o crearla”. Negarla era la tarea del mundo que lo rodeaba y al que veía correr al suicido. Crearla fue la tarea sobrehumana por la que quiso morir.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

"Descubierto el desierto, hay que aprender a subsistir en él"

Con Stirner [Max Stirner, filósofo alemán, 1806-1856], el movimiento de negación que anima la rebeldía sumerge irresistiblemente todas las afirmaciones. Barre, al mismo tiempo, los sucedáneos de lo divino que abarrotan la conciencia moral (…). Hasta la revolución, sobre todo la revolución, repugna a este rebelde. Para ser revolucionario, hay que creer aún en algo, donde no hay nada que creer. “La Revolución (francesa) ha desembocado en una reacción y eso prueba lo que era en ‘realidad’ la Revolución”.

“Sólo hay una libertad: el espléndido egoísmo de las estrellas”

Someterse a la humanidad no es mejor que someterse a Dios. Por lo demás, la fraternidad no es sino la “manera de ver del domingo de los comunistas”. Los días laborables, los hermanos se vuelven esclavos. Así pues, sólo hay una libertad para Stirner, “mi poder” y una verdad, “el espléndido egoísmo de las estrellas”. En este desierto, todo vuelve a florecer. “La significación formidable de un grito de alegría sin pensamiento no podía comprenderse mientras duró la larga noche del pensamiento y de la fe”. Esta noche está tocando a su fin, un alba va a despertarse que no es la de las revoluciones, sino la de la insurección (…).

Así, sobre las ruinas del mundo, la risa desolada del individuo-rey ilustra la victoria final del espíritu de rebeldía. Pero en este extremo, nada es ya posible sino la muerte o la resurrección. Stirner, y con él todos los rebeldes nihilistas corren a los confines, ebrios de destrucción. Tras lo cual, descubierto el desierto, hay que aprender a subsistir en él. Empieza la búsqueda extenuadora de Nietzsche.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

El joven Satanás


El héroe romántico se considera forzado a cometer el mal, por nostalgia de un bien imposible (…). El príncipe del mal sólo ha escogido su vía porque el bien es una noción definida y utilizada por Dios para los designios injustos. La misma inocencia irrita al Rebelde en la medida en que supone una ceguera de iluso (…).

El crimen, en efecto, se volverá amable. Basta comparar al Lucifer de los imagineros medievales con el Satán romántico. Un adolescente “joven, triste y encantador” (Vigny) sustituye a la bestia cornuda. “Bello, con una belleza que ignora la tierra” (Lermontov), solitario y poderoso, doloroso y despectivo, oprime con negligencia.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951) FOTO: 'MUCHACHO CON PIPA', DE PICASSO (1905)

La noche del Gólgota

ALBERT CAMUS, EL HOMBRE REBELDE (1951)

El Nuevo Testamento puede considerarse como una tentativa para responder, de antemano, a todos los caínes del mundo, suavizando la figura de Dios, y suscitando un intercesor entre él y el hombre. Cristo ha venido a resolver dos problemas principales, el mal y la muerte, que son precisamente los problemas de los hombres en rebeldía. Su solución ha consistido primero en asumirlos. El dios hombre sufre también, con paciencia. Ni el mal ni la muerte le son en absoluto imputables, ya que es desgarrado y muere.

La noche del Gólgota no tiene tanta importancia en la historia de los hombres sino porque en aquellas tinieblas la divinidad, abandonando ostensiblemente sus privilegios tradicionales, vivió hasta el final, incluída la desesperación, la angustia de la muerte. Así se explica el ‘Lama sabactani’ y la duda horrenda de Cristo agonizante. La agonía sería leve si estuviera sostenida por la esperanza eterna. Para que el dios sea un hombre, es preciso que se desespere (…).

"Paradójicamente, los blasfemos hacen revivir al dios celoso que el cristianismo quería expulsar del teatro de la historia".

En la medida en que la raza de Caín ha triunfado cada vez más, a lo largo de los siglos, cabe decir así que el dios del Antiguo Testamento ha conocido una fortuna inesperada. Paradójicamente, los blasfemos hacen revivir al dios celoso que el cristianismo quería expulsar del teatro de la historia. Una de sus audacias más profundas ha consistido precisamente en anexionar al propio Cristo a su campo, deteniendo su historia en la cima de la cruz y en el grito amargo que precedió su agonía.

Así se hallaba entonces la figura implacable de un dios de odio, más acorde con la creación tal como la concebían los hombres en rebeldía. Hasta llegar a Dostoievsky y Nietzsche, la rebeldía no se enfrenta más que contra una divinidad cruel y caprichosa, la que prefiere, sin motivo convincente, el sacrificio de Abel al de Caín y que, con ello, provoca el primer crimen. Dostoievsky, en imaginación, y Nietzsche, de hecho, ampliarán desmesuradamente el campo del pensamiento en rebeldía y pedirán cuentas al mismo dios del amor.

ALBERT CAMUS, EL HOMBRE REBELDE (1951)

Yo, S.A.

RENATA SALECL, CULTURA/S, LA VANGUARDIA, 24/01/07

El dueño de una compañía de internet que prosperó en el momento de la burbuja informática me contó en cierta ocasión sus angustias frente al despido de empleados jóvenes y entusiastas cuando los negocios empezaron a ir mal. Un momento especialmente doloroso se produjo cuando tuvo que desprenderse de un joven muy trabajador y que se había volcado mucho en la compañía. El empresario se reunió con él y le comunicó que debía prescindir de sus servicios; el joven quedó muy afectado.

Por un momento, pareció como si fuera a estallar en lágrimas, pero enseguida se recompuso, agarró una libreta y le pidió al empresario que le dijera qué era lo que había hecho mal en su trabajo, de qué manera no se había esforzado lo suficiente y, sobre todo, cómo podría mejorar en su siguiente empleo. Conmovido ante semejante reacción, el empresario insistió en que su comportamiento no había tenido defecto alguno, que el despido se debía sólo a que la compañía se encontraba en una espiral descendente y que intentaba por todos los medios salvarla. Sin embargo, el joven insistió en que quería algún tipo de comentario crítico para poder tenerlo en cuenta y ser aun mejor empleado la siguiente vez.

“El capitalismo posindustrial, con su énfasis en el riesgo, ha afectado de modo profundo el carácter de las personas”

Hace un tiempo, quien era despedido culpaba de su desgracia a las circunstancias externas; hoy, en cambio, la ideología capitalista dominante nos empuja a evaluarnos a nosotros mismos en primer lugar y a intentar discernir por qué no hemos conseguido conservar el trabajo. Evaluación es la palabra suprema en los tiempos que corren (…). En las compañías internacionales existentes por todo el planeta, los empleados no sólo son evaluados por sus jefes, también se les pide constantemente que se evalúen a sí mismos (…).

La ideología actual insiste en la idea de que los individuos disponen de posibilidades infinitas para convertirse en lo que deseen. Por ello, la subjetividad contemporánea es percibida como un flujo constante de autoinvención. El sujeto es un artista, un creador de su vida. Al tiempo que el individuo se encuentra bajo una presión constante para que se autoevalúe, también es alentado para que sea flexible, se arriesgue y se convierta en lo que de verdad desea ser.

Según el sociólogo estadounidense Richard Sennett, el capitalismo posindustrial, con su énfasis en el riesgo, ha afectado de modo profundo el carácter de las personas. Hoy las empresas no dejan de reestructurarse. La flexibilidad se ha convertido en el nuevo mantra no sólo de las compañías sino también de los individuos. El empleado despedido de un trabajo corporativo porque la compañía atraviesa un proceso de reestructuración se siente culpable por no haber sido flexible antes y no haber asumido riesgos en relación con su carrera (…).

Todo individuo debe actuar como si fuera su propia empresa. Por lo tanto, debemos considerar nuestra vida como Yo S. A.; se supone que debemos tener un plan de objetivos en la vida, pensar en inversiones a largo plazo, ser flexibles y reestructurar la empresa vital, así como correr los riesgos necesarios con el fin de incrementar los beneficios.

“También tiene uno que considerar la propia vida emocional como otra forma de inversión”

Se supone que una persona tiene que ser, ante todo, un inversor hábil. No se trata sólo de la necesidad de aprender la compleja lógica del mercado bursátil y convertirse en el propio asesor financiero, también tiene uno que considerar la propia vida emocional como otra forma de inversión. Se supone que debemos invertir tiempo y afecto en nuestros hijos para obtener un buen resultado en el producto que surgirá de su crianza.

Del mismo modo, se supone que tenemos que invertir en nuestras relaciones con cónyuges y amistades con objeto de poder sacar fondos de los bancos emocionales que crean semejantes relaciones (…). Incluso el amor y las emociones son percibidas como susceptibles de ser dominadas racionalmente (…).

“No recuerdo que la generación de mis padres hablara alguna vez de la necesidad de trabajar en uno mismo”

Al tiempo que se nos alienta a trabajar sin tregua en nuestro cuerpo por medio del ejercicio extenuante, la dieta y la cirugía plástica, también se supone que debemos actuar sobre nuestra vida interior, sobre las emociones, los afectos y las relaciones. No recuerdo que la generación de mis padres hablara alguna vez de la necesidad de trabajar en uno mismo. Nuestros progenitores vivieron una vida que no tuvo mucho que ver con la idea de realización personal y mucho más con la de seguir cierta senda que seguía todo el mundo (…). La típica vida de clase media parecía consistir en trabajar, educar a los hijos, ahorrar para que pudieran ir a la universidad, cuidar de padres mayores y, de vez en cuando, divertirse con viajes y vacaciones (…).

“El sujeto acaba por percibirse como culpable si le ocurre algo malo”

No es de extrañar que el estrés sea el culpable último de las enfermedades contemporáneas. El sujeto acaba por percibirse como culpable si le ocurre algo malo. Como el empleado que se siente culpable por perder su trabajo (ya que no ha sido lo bastante flexible para empezar a buscar uno nuevo antes del fin del anterior), una persona enferma se siente culpable por no haber impedido la enfermedad trabajando más sobre su cuerpo.

Decimos incluso de alguien que es un buen gestor de la ansiedad. Y, si una enfermedad no mejora, tenemos que sentirnos culpables de nuevo por haber fallado en otra tarea, la autocuración. Desde luego, el yo queda agotado con todas estas obligaciones. Y no es casual que la ideología de la autocuración arraigue justo en una época en que las políticas sanitarias oficiales se abren cada vez más a la privatización del sistema público de salud.

“El capitalismo fomenta por un lado la libertad de elección y por otro la identificación con todo tipo de nuevos líderes”

La paradoja radica también en que la creencia en la idea de que uno tiene capacidad de elección total sobre la vida suele ir acompañada de la búsqueda de poderes externos que nos guíen en la vida (…). Incluso en las relaciones amorosas, las personas perciben hoy que tienen libertad total para elegir una compañía más perfecta, pero a la vez se fijan en el signo del zodíaco bajo el que ha nacido una posible pareja.

Esta búsqueda de un poder superior que es el que decide cuando al mismo tiempo nos enfrentamos a la libertad de elección no constituye ninguna sorpresa. Cuando sentimos ansiedad (no por lo que podríamos ganar, sino perder), a menudo buscamos a alguien que decida por nosotros. Una figura religiosa, un curandero o incluso alguien que lea horóscopos pueden ser percibidos como una autoridad capaz de aplacar nuestro desasosiego. El capitalismo fomenta por un lado la libertad de elección y por otro promueve la identificación con todo tipo de nuevos líderes (…).

En una época en que las personas pueden imaginar todo tipo de catástrofes sociales, económicas y personales, la ansiedad está al orden del día. La ideología que promueve la idea de que la vida debe abordarse como si fuera una empresa sobre cuyos aspectos decide uno corre pareja con la pérdida individual de la posibilidad de incidir en el desarrollo social y político de la sociedad en la que se vive. Cuando una ideología nueva aparece con fuerza (como es el caso de la relativa a la autocuración), aparece también la urgente necesidad de hacer una pausa y pensar por quién doblan las campanas.

RENATA SALECL, FILÓSOFA Y SOCIÓLOGA, ES PROFESORA DE LA LONDON SCHOOL OF ECONOMICS. ESTÁ VINCULADA AL INSTITUTO DE CRIMINOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE LIUBLIANA.

http://www.lacoctelera.com/reggio/post/2007/01/24/lo-nos-preocupa-carles-guerra-la-vanguardia

23 enero 2007

La Iglesia contra los actores


¿Cómo no iba la Iglesia a condenar semejante ejercicio en el actor? Repudiaba ella en este arte la multiplicación herética de las almas, la orgía de emociones, la escandalosa pretensión de una mente que se niega a vivir un solo destino y se precipita a todas las intemperancias. Proscribía en ellos esa afición al presente y ese triunfo de Proteo que son la negación de todo cuanto ella enseña.

La eternidad no es un juego. Una mente lo bastante insensata para preferir a ella una comedia ha perdido su salvación. Entre "en todas partes" y "siempre" no hay compromiso. De ahí que ese oficio tan menospreciado pueda dar lugar a un conflicto espiritual desmesurado. "Lo que importa -dice Nietzsche- no es la vida eterna, es la vivacidad eterna". Todo el drama está, en efecto, en esa elección.

ALBERT CAMUS, 'EL MITO DE SÍSIFO', 1942

Amarga constatación:


"Todo está permitido",
exclama Iván Karamazov ['Los hermanos Karamazov', Fiodor Dostoievsky, 1880]. También eso huele a absurdo. Aunque a condición de no entenderlo de manera vulgar. No sé si se ha observado bien: no se trata de un grito de liberación o de gozo, sino de una amarga constatación. La certidumbre de un Dios que diera su sentido a la vida sobrepasa con mucho el atractivo al poder impune de hacer el mal. La elección no sería difícil. Pero no hay elección y entonces comienza la amargura.

Lo absurdo no libera, ata. No autoriza todas las elecciones. Todo está permitido no significa que nada esté prohibido. Lo absurdo devuelve solamente su equivalencia a las consecuencias de los actos. No recomienda el crimen, sería pueril, mas devuelve su inutilidad al remordimiento. Y asimismo, si todas las experiencias son indiferentes, la del deber es tan legítima como cualquier otra. Uno puede ser virtuoso por capricho.

ALBERT CAMUS,
'EL MITO DE SÍSIFO', 1942

Husserl o el "politeísmo abstracto"

ALBERT CAMUS, 'EL MITO DE SÍSIFO', 1942

El método husserliano [Edmund Husserl, 1859-1938] niega el procedimiento clásico de la razón (...). Pensar no es unificar, familiarizarnos con la apariencia bajo el rostro de un gran principio. Pensar es aprender de nuevo a ver, dirigir la propia conciencia, hacer de cada imagen un lugar privilegiado. Dicho de otro modo, la fenomenología se niega a explicar el mundo, quiere solamente ser una descripción de lo vivido. Coincide con el pensamiento absurdo en su afirmación inicial de que no hay verdad, sino solamente verdades.

Desde el viento vespertino hasta la mano que se apoya en mi hombro, cada cosa tiene su verdad. Es la conciencia la que la aclara por la atención que le presta. La conciencia no forma el objeto de su conocimiento, se limita a fijar, es el acto de atención y, por recoger una imagen bergsoniana, se parece al aparato de proyección que congela de repente una imagen. La diferencia es que no hay guión, sino una ilustración sucesiva e inconsecuente. En esta linterna mágica todas las imágenes son privilegiadas.

Sería inútil extrañarse de la aparente paradoja que conduce al pensamiento a su propia negación por los caminos opuestos de la razón humillada y la razón triunfante. No hay una distancia tan grande entre el dios abstracto de Husserl y el dios fulgurante de Kierkegaard. La razón y lo irracional llevan a la misma predicación. Y es que, en verdad, el camino importa poco, la voluntad de llegar basta para todo (...).

Husserl habla también de "esencias extratemporales" que la intención saca a la luz, y creemos oír a Platón. No se explican todas las cosas por una sola, sino por todas (...). Ya no hay una sola idea que lo explica todo, sino una infinidad de esencias que dan sentido a una infinidad de objetos. El mundo se inmoviliza, pero se aclara. El realismo platónico se hace intuitivo pero sigue siendo realismo. Kierkegaard se abismaba en su Dios, Parménides precipitaba el pensamiento en lo Uno. Pero aquí el pensamiento se arroja a un politeísmo abstracto. Más aún: las alucinaciones y las ficciones también forman parte de las "esencias extratemporales". En el nuevo mundo de las ideas la categoría de centauro colabora con la más modesta de metropolitano (...).

Para el hombre absurdo había una verdad, al mismo tiempo que una amargura, en esta opinión puramente psicológica de que todos los rostros del mundo son privilegiados. Que todo sea privilegiado equivale a decir que todo es equivalente (...). En este mundo ideal sin jerarquías, el ejército se compone sólo de generales. La trascendencia había sido eliminada, sin duda, pero un brusco giro del pensamiento vuelve a introducir en el mundo una espece de inmanencia fragmentaria que restituye al universo su profundidad.

El filósofo abstracto y el filósofo religioso parten del mismo desconcierto y se apoyan en la misma angustia. Pero lo esencial es explicarse. En eso la nostalgia es más fuerte que la ciencia. Es significativo que el pensamiento de nuestra época sea a la vez uno de los más impregnados de una filosofía de la no significación del mundo y uno de los más desgarrados en sus conclusiones. No cesa de oscilar entre la extremada racionalización de lo real que induce a fragmentarlo en razones-tipos y su extremada irracionalización, que induce a divinizarlo.

ALBERT CAMUS,
'EL MITO DE SÍSIFO', 1942

19 enero 2007

Cómo nacen las ideas del judaísmo


LA SINAGOGA, en el exilio babilónico

La religión yahvista era una religión nacional y estaba basada en el culto rendido a Yahvé en el templo de Jerusalén. Abolida su monarquía, destruido su templo y desterrados de Jerusalén [siglo VI aC], los exiliados que continuaron fieles al yahvismo se vieron obligados a repensar su religión y a cambiar sus prácticas. Ya no había templo ni altar de sacrificios. Sólo quedaban las tradiciones orales y los escritos sagrados traídos por los sacerdotes, todavía en proceso de reescritura y que acabarían constituyendo la Torá.

En cada localidad de Mesopotamia donde había exiliados yahvistas -donde había judíos-, éstos se reunirían frecuentemente para leer o escuchar la lectura de la Torá, para comentarla, para cantar himnos a Yahvé y para animarse unos a otros, manteniendo vivo el recuerdo de su alianza con Yahvé. Ya que no podían ofrecer sacrificios a su dios, le ofrecían al menos sus palabras, sus plegarias, su música y sus canciones.

Reunión o congregación se dice en griego 'synagogé'. de ahí viene el nombre de "sinagoga" con que se conoce tanto la reunión de la comunidad judía local como el edificio en que tal reunión tiene lugar. En la antigüedad el templo -incluído el de Jerusalén- era la casa de un dios, en que se le cuidaba, se le rendía culto y, en especial, se le daba de comer, mediante la ofrenda de sacrificios comestibles. En el interior del templo sólo penetraban los sacerdotes, que tenían acceso directo a dios. El pueblo permanecía fuera. La sinagoga, por el contrario, era un lugar de reunión para los fieles, para la comunidad creyente, y en ella no habitaba el dios ni se ofrecían sacrificios. La sinagoga -surgida en el exilio de Babilonia como respuesta de los judíos a la pérdida del templo- es también el precedente de las posteriores iglesias cristianas y mezquitas islámicas.



SATÁN, bajo el dominio persa

Durante los dos siglos de teocracia yahvista bajo tutela política persa [siglos VI aC-IV aC], la influencia cultural de la religión de los persas se hizo sentir sobre el judaísmo, como era de esperar. En los textos de esa época aparecen por primera vez temas típicos de la religión mazdeísta, pero completamente ajenos al yahvismo preexílico, tales como la figura de Satán, las jerarquías de ángeles y demonios, el juicio final y la inmortalidad del alma.

En el Iyyob (Job) y en el Dibré ha-yamin (Crónicas) aparece Satán como el adversario de Dios y factor del mal, en claro reflejo de la concepción dualista persa. A la idea de un Satán opuesto a Dios se une la de un juicio final y una vida después de la muerte, con premios para los humanes que en esta vida hubieran estado con Dios y castigos para los que hubieran estado con Satán. Estas ideas persas, a través del judaísmo, acabarían pasando al cristianismo y al islam.

JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO', 2006 / fotos: GRAN SINAGOGA DE FLORENCIA Y 'SATÁN CONTAGIANDO LAS ÚLCERAS MALIGNAS A JOB', DE WILLIAM BLAKE, 1826

17 enero 2007

Sirena dormida sobre Ulises

Y ZP pidió perdón


JERJES Y MARIANO EN SALAMINA


ENRIC JULIANA, LA VANGUARDIA, 16/1/2007


Mariano Rajoy es mejor orador parlamentario que José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer volvió a quedar de manifiesto, con unas salvedades que expondremos más adelante. Acudió Rajoy al Congreso con uno de sus discursos de nogal con pasamanos de níquel, que suelen ser antiguos y modernos a la vez. Concebidos para dar satisfacción a las exigencias de la comunicación americanizante -frases cortas e hirientes que se hunden con facilidad en la mantequilla zapaterista-, y bruñidos con Netol a la manera de antes.

Son los de Rajoy discursos con viñetas, como aquellas novelas juveniles de la editorial Bruguera con las que algunos aprendimos a amar la literatura. Da caña en el telediario de las nueve, paga el diezmo al radiofonista Losantos, se ajusta, más o menos, a las tácticas zorrunas del periodista Ramírez, y a la vez deleita a los viciosos del verbo y la floritura: ayer sacó a pasear a la carabina de Ambrosio, vieja metáfora castellana de lo herrumbrosoe inútil; a Confucio, sabio entre los sabios, y a Jerjes, el persa, que fue engañado como un chino, por los griegos, en la batalla naval de Salamina. ¡Salamina! Ahí Rajoy estuvo grande, pero mucho nos tememos que las batallas políticas actualmente no se ganan con puño de hierro y alardes de salón literario. Esa aleación es vieja. Hoy las batallas se libran en los pantanales de lo mediático, un medio pastoso en el que hay que saber combinar razón y emoción.

El presidente del Gobierno no es un intelectual. Ni pretende aparentarlo. Su registro es el de un licenciado medio, especialista en lo suyo: la política parlamentaria. Esencialmente, José Luis Rodríguez Zapatero es un capitán de lansquenetes de la brega política, con unas ideas de fondo, con un liderazgo fraguado por dos victorias en el último minuto (en el congreso de su partido y en las elecciones del 2004), y con un dominio innato de la astucia emocional. Asesorado por gente que han pasado más horas en la FNAC que en el Ateneo, la disposición de las naves en la batalla de Salamina le importa más bien una higa. Zapatero es un populista democrático, como la señora Royal en Francia, que por algo se hace llamar la Zapatera.(Un populista en minúsculas, a la europea, no un Hugo Chávez; no vayamos a trabajar gratis para la cofradía de los Peones Negros).

De manera que mientras Rajoy le llamaba tonto, invocando al gran Jerjes, que fue incauto en la hora decisiva; Zapatero se dirigía a los televidentes pidiendo excusas por el error del día 29 de diciembre, cuando anunció que lo de ETA podía ir la mar de bien. En un momento en el que todo el país habla mal de la política, con una acidez y una amargura profundas, reconocer el error: un error de bulto, un error por el que nadie ha presentado la dimisión en los escalones intermedios, es un movimiento emocionalmente certero; por la sencilla razón de que la gente no está acostumbrada a ello.

La batalla de Salamina la ganaron los griegos enviando al campamento de Jerjes a un esclavo que se hizo pasar por traidor. La imagen es bella y de sólo oírla la tercera página deABCya se pone tersa. Pero en la era mediática triunfan las transparencias, sinceras o no. Oír a un presidente del Gobierno pidiendo excusas es una novedad en España. Otra cosa es el recorrido político de esa novedad. Quizá sea corto. E incluso podría ser contraproducente si dentro de unos meses las cosas aún se ponen más feas, porque España es puñetera. A las nuevas generaciones, es cierto, les gusta que la autoridad sea moderna, autocrítica y bondadosa, como el padre de la serie Los Serrano. Pero, cuando van mal dadas, a los españoles les gusta ser mandados. En España hay que saber repartir hostias, escrito sea sin ánimo de ofender a nadie.

Sostiene Gregorio Morán que menos metáforas y más realismo. Que la política es un ejercicio frío, basado en un estricto cálculo de fuerzas y de posibilidades. Bajo esta perspectiva, cuya verdad de fondo no vamos a negar, el discurso pronunciado ayer por Mariano Rajoy es el de alguien que está convencido de que el Gobierno va directo al precipicio y que ETA, como defiende el señor Xavier Bru de Sala, ya da por amortizado al PSOE. De manera que los que hoy no comprendan la dureza del PP, ya la entenderán cuando se celebren nuevos funerales. Con su ángulo cerrado, Rajoy da a entender que su partido quizá sabe más de lo que parece sobre lo que se está urdiendo al otro lado de la muga. Goteras en el CNI, apuntó Erkoreka, portavoz del PNV, partido históricamente atento a los servicios de inteligencia.

He ahí una pista para otra enrevesada teoría de la conspiración. Quizás esté llegando la hora de los Peones Blancos. La hora del delirio definitivo: España, octava potencia industrial del planeta, secuestrada políticamente por el bicho terrorista: Alien destrozando circuitos en la sala de reactores.

Alien dueño del cuarto de máquinas y Zapatero, medio noqueado a finales de diciembre, recuperando el aliento después de la manifestación del sábado en Madrid. Ágil y calculadamente agresivo - se guardó algunas réplicas al constatar la dureza de Rajoy-, con toda probabilidad ganó ayer unos enteros, aunque no logró una mejora sustantiva en el crédito social de la política.

El gran riesgo del PP, como siempre, es el de ir más allá del discurso de la firmeza, con el que la derecha, de una manera u otra, siempre acaba teniendo razón. Si aparece como un partido deseoso de que las cosas vayan muy a peor, naufragará de nuevo.

Populista ateniense, el presidente volvió a poner su estrategia en manos de la opinión pública. Rajoy, personalmente convencido de que su contrincante es un perfecto insensato, apuesta por la hecatombe gubernamental. Y entre las naves persas y la isla de los griegos, emergió el señor Duran Lleida, invocado como mediador. CiU, la desdichada, es ahora en Madrid la gran Artemisa. Artemisa de Caria, la más prudente consejera de Jerjes en la batalla de Salamina.

ENRIC JULIANA, LA VANGUARDIA, 16/1/2007



MIENTRAS UN PÚGIL SE TAMBALEA, SU CONTRARIO CEDE AL RESENTIMIENTO

ANTONI PUIGVERD, 16/01/2007

El presidente sigue noqueado. La metáfora más manida en estos días continúa vigente. En un Parlamento que emula un ring, con diputados gritando como forofos y esperando con avidez que el puño por el que apuestan destroce la mandíbula del orador odiado, Zapatero se tambalea. No está en condiciones de responder con soltura y convicción a los ganchos tremendistas de Mariano Rajoy. Sabíamos que la explosión de la T4 había segado las vidas de dos desdichados emigrantes y que había hundido el puente de la esperanza. Ahora constatamos, alarmados, que el piloto ha perdido el rumbo, pues vacila y balbucea ante los envites del oleaje retórico de Rajoy.

Zapatero pidió comparecer ante el Parlamento para ofrecer explicaciones y dar seguridad a la ciudadanía. No lo ha conseguido. Ha exhibido de nuevo el desconcierto. Incapaz de fijar con soltura el rumbo, no ha tenido más remedio que abusar de la lealtad institucional de CiU (de un Duran Lleida brillante a fuer de austero) y de la protección de los parientes de izquierda (en particular de un Gaspar Llamazares, habitualmente gris, pero eficacísimo, ayer, en su labor crítica de un Rajoy que tiende a confundir la oposición con la sagrada Inquisición). Zapatero balbucea estupefacto y dolorido. Si los explosivos etarras destrozaron su proverbial seguridad, los autos de fe de Rajoy le dejaron en estado de desolación.

El balbuceo de Zapatero es comprensible humanamente. Pero revela una gran flaqueza precisamente en el momento en el que el PP y su entorno mediático intentan demostrar que es incapaz de soportar el peso de la púrpura. No consigue transmitir nada creíble, Zapatero, a una ciudadanía desconcertada por el regreso de ETA, decepcionada por la ruina de la esperanza, apesadumbrada por la tremenda división de los partidos.

Pero tampoco lo consigue Rajoy, de nuevo luciferino y altisonante, muy lejos de aquella personalidad centrista y centradora, siempre anunciada pero nunca realmente florecida. Tampoco Rajoy parece capaz de resistir la presión de su entorno, en el que predomina el resentimiento (pulsión tremendamente peligrosa, pero con una enorme capacidad de enganche). Si Rajoy fuera un delantero o un púgil, los cronistas deportivos hablarían de su "instinto asesino".

Un instinto depredador y egoísta que satisface muchísimo a los que sienten los colores, pero que asusta a los que - no estando ni a favor ni en contra de nadie, por principio- aborrecen la agresividad, la impiedad y el estruendo innecesario. Bien es verdad que los ciudadanos sin prejuicios son cada vez menos y que el forofismo que divide el Parlamento y encona las ondas hertzianas amenaza con infectarlo todo. Mientras tanto, ETA se frota las manos. Escribe Andoni Unzalu en El Correo: "¿Cómo va a cerrar la tienda si nunca ha tenido victorias tan grandes?".

ANTONI PUIGVERD, 17/1/2007 / FOTO: ZAPATERO Y RAJOY EN EL DEBATE SOBRE ETA DEL 16 DE ENERO DE 2007.

12 enero 2007

Contes en català d'aquest blog

Més tard la Laura i jo vam fer l’amor com si fóssim nens jugant amb plastilina, i juro que vaig veure amb els ulls aurores liles i taronges voleiant per la fosca.

El terra de la plaça era pell de dona: vermellosa, delicada, plena de forats petits i de mugrons. Era una pell que respirava, que bategava sota els meus peus despullats, que s’obria es tancava amb els seus llavis intermitents.

I si no em creu li diré un secret: de nit el cel i la terra fan l’amor en silenci. La foscor esborra les diferències i els confon de tal manera que perden l’oremus i s’abracen com dos adolescents de pell fosca.

La mà musculosa del papa es va allargar entre el núvol de roba blanca per posseir la santa clau. Els monjos s’ho miraven amb les mans plegades, tot un rierol de pupil•les porugues.

I entre el mal de costelles i la por nocturna estava tan consumit que vaig voler despertar Eva. Però ella, amb l’esquena de plata, no s’immutava. A la mà encara duia mitja poma, lluenta i mossegada. La vaig cridar un altre cop, i no deia res. Era morta.

L’abella reina, la vaig conèixer pels diamants de la corona, havia clavat el seu agulló àcid i em mossegava la tija amb una ànsia malaltissa.

Abans d’obrir la caixa del mort vaig tornar a pregar. Tornaven a sonar tronades llunyanes, i l’aire es farcia un altre cop d’espurnes vives invisibles. Les mànigues de la túnica se’m cargolaven amb uns moviments sagrats, i per un moment vaig pensar que estava vivint dins unes escriptures que encara no eren escrites.

L’endemà a la tarda, Iolanda pujava al metro prement la carpeta contra el pit i amb la cabellera com un borrissol. Vinc d’una manifestació, em va dir. Hem omplert el Passeig de Gràcia i encara diran que érem quatre. A un amic seu l’havien detingut per trencar un aparador i m’explicava que ja se sap, que la policia tortura i extorsiona o una cosa semblant.

Començava a notar que el fred del soterrani també em volia assecar a mi, així que em vaig obrir camí entre pernils humans i despulles d’embotit fins a trobar el raig tènue de la sortida.

La indigent m’havia estès a terra de l’escomesa, però abans que em pogués abandonar a les seves corbes salvadores vaig notar unes fiblades horribles burxant-me el pit.

Sobre l’aigua negra de la nit, hi havia un medalló de llum verda, com una maragda. Al principi em va semblar que veia visions, i després em va semblar que era el reflex de la lluna plena.

De nit, a l’alcova, vaig caure rodó i vaig somiar que em curava les ferides amb suc de llimona, me les perfumava amb safrà i en acabat em canviava l’armadura per una armilla de torero.

Vaig deixar de vagar pel líquid i vaig topar amb un jaç flonjo. Era ella : la reconeixia per les pigues de la cuixa.