31 marzo 2008

Ciudadanos y figurantes

FERRAN SÁEZ MATEU

“Uno se pregunta si su naturaleza es la de un ciudadano o la de un simple figurante cuya función en la vida consiste en indicar cómo se va al Park Güell (‘go up Verdi street…’)”

En 1982, cuando llegué a Barcelona para iniciar mis estudios universitarios, la ciudad parecía desvanecerse. Había dejado atrás el trajín productivo de los 60 y la efervescencia cultural de los 70, pero todavía no se había reinventado a sí misma gracias a los Juegos Olímpicos de 1992. Barcelona estaba en punto muerto, con un pie en la penumbra sifilítica de la calle Robador y otro en los renqueantes colmados del Eixample, con sus cajas registradoras prehistóricas y sus dependientes nonagenarios cubiertos por una bata raída (“Vol aguna cosa més, jove?”).

Esa agonía contrastaba con la ‘joie de vivre’ de Madrid, donde se publicaba la pretenciosa revista ‘La Luna’, verdadero manual de instrucciones de ‘la movida’. En Barcelona, los cantautores habían enmudecido y los bares donde aún se podía hablar en voz baja se convertían en hamburgueserías. Con el tiempo supimso que nada de aquello era lo que parecía: la Barcelona de los 70 o el Madrid de los 80 estaban plagados de cantamañanas, poetas de deuda y halitosis, e intelectuales que siempre estaban a punto de escribir su primer libro. Con el paso de los años, aquella suma de fracasos personales se saldó con un resentimiento politizado que le echaba la culpa de todo al catalanismo. Pero eso ya es otra historia.

Los fastos olímpics transformaron la ciudad en un enorme plató que barrió viejos estratos de putrefacción acumulada. En aquellos días, Barcelona olía a recién pintada y a dinero nervioso, y el sudor de los atletas se mezclaba con el perfume de las divas. Al son de himnos solemnes, las tarjetas de crédito delataban euforia y restos de cocaína. Parecía como si la ciudad hubiera sido agraciada con una segunda oportunidad, concedida in extremis. Desde los primeros croquis que fantasearom los grandes obras públicas relacionadas con los Juegos Olímpicos hasta hoy han pasado casi veinte años. Ya nada huele a nuevo, y lo que en su tiempo fue diseño rompedor o urbanismo arrogante –aquellos bares con taburetes imposibles, aquellas plazas de cemento ‘cool’- tiene hoy algo de cincuentón con peluquín y bigote teñido. La Barcelona de aquella época ya no sorprende, quizás porque fue imitada en todo el mundo. El mérito es innegable; su caducidad también. La patética tentativa del Fórum 2004 confirmó que el truco de recomponer periódicamente una ciudad a golpe de eventos internacionales ya no cuela.

Sin embargo, el legado más preocupante de la Barcelona olímpica está más relacionado con un cierto estado de ánimo que con un conjunto de reformas urbanas, por otra parte necesarias. Una especie de decreto no escrito dejó consignado que el destino de la ciudad era el monocultivo del turismo, acompañado de sonrojantes vaguedades sobre la sociedad del conocimiento y otros metarrelatos posmodernos.

Como proyecto de futuro desemocaba en un siniestro marasmo de sombreros mexicanos, de sangría gastrítica, ‘gadgets’ de Gaudí y cafés malos a tres euros la taza. Ante esta perspectiva uno se pregunta si su naturaleza es la de un ciudadano o la de un simple figurante cuya función en la vida consiste en indicar cómo se va al Park Güell (‘go up Verdi street, and then turn right…’). De hecho uno acaba sospechando que forma parte esencial del engranaje de un enorme negocio del que no recibe dividendos, sino molestias.

Severamente tutelada por un dirigismo institucional que desde finales de los 80 transformó el urbanismo en un cóctel indigesto de utopías fracasadas, Barcelona oscila entre el parque temático y la especulación salvaje, entre el silencio del museo y el estruendo de los ‘hooligans’ que invaden regularmente la Rambla. Esa inercia es, al fin y al cabo, una consecuencia indirecta e indeseada del inaudito éxito olímpico de 1992, cuando los perros (con pedigrí, por supuesto), se ataban con longanizas (deconstruídas, naturalmente).

Barcelona cuenta con un patrimonio arquitectónico único y está –y estará- ligada a la industria del turismo. Y que sea por muchos años: nadie en su sano juicio discute eso. La cuestión es otra: la de los límites razonables de esa actividad, que coinciden con los de otros sectores productivos que han sido arrinconados sin prisa pero también sin pausa. Una ciudad equilibrada, una ciudad que quiera ser algo más que un decorado transitado por figurantes, debe recuperar una parte sustancial del tejido productivo que marcó su identidad. No se trata de construir altos hornos en mitad de Eixample, evidentemente, pero tampoco de recrear a gran escala la tan catalana afición a los pesebres vivientes.

FERRAN SÁEZ MATEU EN CULTURA/S DE LA VANGUARDIA, 19/3/2008

29 marzo 2008

Mientras la batería aguante

REC y Monstruoso:
Las formas del terror están cambiando


Atención: este artículo contiene detalles sobre el argumento de las películas

XAVIER PÉREZ

Efectivamente, las formas del terror están cambiando. Dos películas casi simultáneas, REC y Monstruoso han permitido poner patas arriba una de las más asiduas convenciones formales que el género: la cámara subjetiva ya no es, en ninguna de ellas, el instrumento predilecto para instalar al público en los sádicos ojos del verdugo, sino el modesto testamento que recoge la mirada de sus víctimas.

Esto es un acontecimiento verdaderamente remarcable, si tenemos en cuenta las infinitas películas que nos habían acostumbrado a compartir esquizoidemente nuestra mirada vulnerable con la de todo tipo de instancias asesinas. Cuando en el hoy lejano 1960, Michael Powell convirtió la cámara doméstica de su inquietante Peeping Tom en una encarnación del lado más sádico del voyeurismo, ya parecía estar intuyendo la facilidad con la que la práctica perversa de la ‘snuff movie’ podía integrarse a los modernos códigos del cine de terror. Ese desplazamiento metafórico se dio, sobre todo, a partir de la conversión sistemática de la cámara subjetiva en el molde predilecto sobre el que aposentarían sus sádicas miradas la mayoría de ‘psychokillers’ y monstruos devoradores de las últimas décadas.

“La cámara subjetiva ya no es el instrumento para instalar al público en los sádicos ojos del verdugo, sino el modesto testamento que recoge la mirada de sus víctimas”

Si películas como ‘REC’ o ‘Monstruoso’ suponen una inversión interesante de la antigua retórica del plano subjetivo, es porque saben explicar que el caleidoscópico y saturado espacio de You Tube es el reverso completo de cualquier sueño panóptico de control totalitario.

En estas películas construidas desde la fragilidad de quien se mueve a ras de suelo, cuyos protagonistas ascienden peligrosamente hacia un poder devastador situado significativamente en las alturas, el testigo se limita a dar acto de fe de lo indecible a través de una cámara que evidencia los límites de su capacidad de captación. Lo que une ambos filmes es, entonces, la inédita fragilidad del pulso de quien filma, ese temor humano hecho temblor, tan contrastado con aquella seguridad metafísica que el poder de la steadycam llegó a conferir, en sus mejores logros, a la mirada del Mal en movimiento.

El estreno de ambos filmes ha hecho invocar inevitablemente su deuda con ‘El proyecto de la bruja de Blair’. Y, sin embargo, una importante cesura los separa. Estrenada en las postrimerías del siglo XX, la película de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez mantenía un estatismo remarcable y su exacerbación modélica del fuera de campo apostaba por la ocultación total del monstruo y por la exploración de una geografía inquietante, antes que por ese acelerado movimiento de reacción ante lo siniestro que anima los encuadres de ‘REC’ y ‘Monstruoso’.


Los motivos de la diferencia deben encontrarse en el cambio que supuso, para nuestro imaginario audiovisual, aquella panorámica vertiginosa por la que el realizador Jules Naudet unió para siempre, desde la pura estupefacción, una modesta grabación videográfica sobre el trabajo cotidiano de unos bomberos neoyorquinos con la imagen contrapicada, captada literalmente al vuelo, de un avión precipitándose contra una de las Torres Gemelas.

La renovación del género no se reduce, sin embargo, a revalorizar ese protagonismo del testigo casual que cambió, sobre la marcha, el curso de su documental, para viajar al territorio del Apocalipsis. Los dos filmes sobreponen, a la crónica de esa necesidad extenuante de seguir grabando, un interesante desdoblamiento de la subjetividad narrativa. Por un lado, nos es evocada la presencia del portador de la cámara y por el otro se nos devuelve el sujeto visible que actúa ante ella como una extensión física de un mismo movimiento indagatorio: la tenaz presentadora de ‘REC’, el héroe juvenil que corre hacia el rescate de la chica en ‘Monstruoso’. En ambos casos, los portadores de la cámara acaban sucumbiendo y los protagonistas se ven obligados, finalmente, a filmarse a sí mismos.

“El usuario de los nuevos formatos siempre se sentirá tentado a asumir su cuota de protagonismo warholiano en la pantalla pública”

En la captura de este gesto testamentario, ambas películas ofrecen la constatación de que el usuario de los nuevos formatos domésticos siempre se sentirá tentado, incluso hasta en los peores momentos, a asumir, mediante la improvisación de un epitafio convincente, su cuota de protagonismo warholiano en la pantalla pública. Aunque, eso sí, los dos finales son diametralmente opuestos. Y es que, mientras en la película del tándem Balagueró-Plaza el gesto lapidario se somete, sin réplica posible, al poder devorador de lo siniestro, en la producción de J. J. Abrams se da un sorprendente giro hacia la afirmación romántica, que solamente el desparpajo que el creador de ‘Alias’ sabe imprimir a sus creaciones, puede hacernos creíble.

Ante el paisaje del Apocalipsis íntimo que se les avecina, el joven héroe pos-adolescente y su amada reencontrada deciden poner fin a sus vacilaciones y convertir el testimonio de sus sentimientos afectivos en el único heredo digital del paisaje. Para gozoso asombro del público más desprejuiciado, la fe en el amor se impone al temor a la muerte y entonces, y únicamente entonces, el temor de la cámara desaparece.

Atención: este artículo contiene detalles sobre el argumento de las películas REC y Monstruoso

XAVIER PÉREZ, EN ‘CULTURA/S’ DE ‘LA VANGUARDIA’, 26/03/2008


Una estrella moribunda apunta su cañón de rayos gamma hacia Sol

La estrella ya se está muriendo, está expulsando material y muestra la bella espiral que dibuja en el espacio, según gira con su compañera, dejando un rastro de gas


EFE 3 - 05/03/2008 17:54:00 - CIENCIA-ASTRONOMÍA (crónica)

Alonso de Contreras

Redacción Internacional, 5 mar (EFE).- Tarde o temprano, una estrella situada a 7.000 años luz de la Tierra disparará un flujo de letales rayos gamma y está apuntando, aparentemente, hacia nuestro sistema solar, según un equipo de físicos y astrónomos.

En unos pocos cientos de miles de años -en breve, según los relojes de los cosmólogos- la estrella Wolf Rayet 104 (WR104), en realidad la mayor de un sistema binario de dos estrellas que giran en torno a un centro de gravedad común, hará explosión violentamente en forma de supernova.

Pero no lo hará como lo hacen la mayoría de las estrellas de gran masa, según Peter Tuthill, investigador de la Escuela de Física de la Universidad de Sydney (Australia), que este mes publica en la prestigiosa revista estadounidense Astrophysical Journal un trabajo de varios años al frente de un equipo de investigadores.

WR104 tiene una rotación muy veloz, y las estrellas masivas que giran a gran velocidad, cuando colapsan en una supernova, en lugar de hacer explosión súbitamente, lanzan primero un intenso flujo de radiación gamma por sus dos polos, a lo largo de su eje.

Según Tuthill, el eje de rotación de la WR104 apunta directamente a la zona del espacio por donde transita nuestro sistema solar en la Vía Láctea.

La estrella Wolf-Rayet 104 tiene una masa 25 veces mayor que el Sol y, como la mayoría de las estrellas más grandes que la nuestra, su vida es corta y violenta. Para los astrónomos, la WR104 es una bomba con una mecha corta.

La estrella ya se está muriendo, está expulsando material y las fotos de Tuthill, tomadas a lo largo de seis años y colocadas en secuencia, como una película, muestran la bella espiral que dibuja en el espacio, según gira con su compañera, dejando un rastro de gas.

Thuttil y su equipo trabajaron durante años con el observatorio óptico de Mauna Kea, en Hawaii (EEUU), básicamente en observaciones de radiación infrarroja, el espectro asociado a gas y polvo caliente alrededor de las estrellas.

Adrian Mellot, astrofísico de la Universidad de Kansas, ya propuso hace cinco años que un chorro de rayos gamma que pudo alcanzar la Tierra procedente de una supernova hace unos 450 millones de años pudo ser la causa de la extinción de gran parte de las especies vegetales y animales al final del Silúrico.

Unos segundos bajo la exposición de un intenso chorro de rayos gamma procedente de una supernova cercana -unos cuantos miles de años luz es vecindad para los astrónomos- pudo haber causado, según Mellot, la destrucción inmediata de prácticamente toda la capa de ozono.

Y, durante unos cuantos años, la radiación ultravioleta del Sol, sin el filtro atmosférico, habría tenido un efecto mortal sobre los cromosomas de los seres vivos.

Aunque no se han hallado aún pruebas de la coincidencia de las grandes extinciones con explosiones de supernovas dentro de nuestra galaxia, los biólogos coinciden en que dichos eventos tendrían notorios efectos sobre los seres vivos.

Los chorros de rayos gamma (Gamma Ray Bursts, GRB) fueron identificados en los años sesenta después de varias falsas alarmas en los satélites militares que vigilaban el armamento nuclear, durante la guerra fría.

Según los astrónomos y los físicos, la contracción súbita de una estrella agónica, sin la masa suficiente para colapsar en agujero negro, produce una emisión de rayos gamma cuya energía, en pocos segundos, es equivalente a toda la que ha emitido el Sol en toda su vida.

Explosiones con una energía tan alta, según los cosmólogos, tienen incluso la fuerza suficiente para provocar el nacimiento de nuevos sistemas solares en su vecindad, al compactar con su impacto polvo y gases interestelares.

Según el cálculo de los astrónomos, una supernova hace explosión en nuestro "barrio" de la Vía Láctea cada 450.000 años, como media, pero no todas las explosiones vienen precedidas de un chorro de rayos gamma y mucho menos en dirección a la Tierra. EFE

ac/agf

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03/05/15-54/08

05 marzo 2008

Lo mejor de Viena

Klimt en el mundo vienés


EL TRIUNFO DE LA MUJER

Como en Freud, Eros y Tánatos son en Klimt fuerzas indisociablemente unidas. Si Eros aparece como motor de las corrientes que arrastran a los hombres, Tánatos es no sólo el punto de afluencia de las mismas sino también la sombra que acompaña su devenir temporal (...).

La intercambiabilidad entre Tánatos y mujer-serpiente tiene bases profundas. Ya en 1903 Klimt había mostrado en 'El cortejo de los muertos' el carácter letal de lo acuático: en esta obra las serpientes comparten la absorción de la corriente con un rosario de hombres exangüe. Como había dicho Weininger, la mujer halla su medio natural en un espacio orgiástico que diluye la identidad masculina. También Freud había hablado del carácter agresivo inherente a la condición fálica, condición que Klimt traspasa del hombre a la mujer-serpiente.

Así, en 'Judith' (1901) una 'femme fatale' relacionable con Higeia por su hierática frontalidad se erige en portadora del cuchillo/falo y transforma la degollación de Holofernes en un acto castrador: sólo con ver su expresión se comprende que la derrota del hombre ha tenido lugar en el campo del amor. Y ya en el final de su vida reitera el dominio de la mujer en 'Adán y Eva' (1917-1918), una obra inacabada en la que Eva afirma su presencia activa alzándose en primer plano, mientras Adán aparece en estado de pasiva ensoñación, como una resonancia que tiene en ella su centro y que se difumina si ella se aleja.


JOSEP CASALS, 'AFINIDADES VIENESAS', 2003
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Weininger había encontrado en Freud la sugerencia de la bisexualidad universal, con una diversa dosificaciónd en el protoplasma de cada individuo: el principio masculino era el de la racionalidad y la creatividad; el femenino, el de la sexualidad (...). "La mujer no es nada, y por eso, y sólo por eso, es por lo que puede llegar a serlo todo"; de hecho [dice Weininger], la mujer sólo tiene dos destinos, madre o prostituta (...). El hombr, entonces, si no quiera caer en las arenas movedizas de la mujer, dejándose absorber por lo terrenal y lo vegetativo, ha de evitar la procreación y la mujer en general.

JOSÉ MARÍA VALVERDE: 'VIENA, FIN DEL IMPERIO', 1990

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LO ACUÁTICO


Desde 1898 (...) Klimt estaba "soltándose el pelo", o si se quiere aprovechar el posible juego de palabras, soltando el pelo de sus figuras femeninas cuyas cabelleras confluían a menudo a corrientes de agua ('das Gleitende', lo deslizante, lo fluyente, lo resbaloso, que Hofmannsthal ponía como lo típico de la sensibilidad de esa "joven Viena": Klimt tiene cuadros entonces llamados 'Agua en movimiento', 'Peces de plata' y un grabado de 1898, 'Sangre de pez' ) (...)

Un grupo de profesores protestó ante el Ministerio, acusando a Klimt de presentar 'verschwommene Gedanken durch verschwommene Formen', y al traducir esto encontramos todo un mundo en un adjetivo, "pensamiento -literalmente- aguanosos" o "arrastrados en una corriente de agua" o "diluidos" como esas mujeres de cabellera fluyente.

JOSÉ MARÍA VALVERDE: 'VIENA, FIN DEL IMPERIO', 1990

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Un mundo como el de Klimt, en el que toda sustancialidad se diluye en corrientes de energái ciega, no admite imágenes fijas ni valores coagulados; sus habitantes naturales son las ondinas, las mujeres emisarias del coito anonadador. Conforme a ello (...) presenta análogas figuras de cabellos serpenteantes que se abandonan en la somnolencia del éxtasis a las ondulaciones de un curso fluvial. Ese dibujo, titulado 'Sangre de pez', da origen en el mismo año a toda una serie referida a la mujer como criatura acuática. Así, en 'Peces de plata' (1899) Klimt pinta dos náyades que semejan crisálidas, envueltas totalmente en su propia cabellera; 'Peces de oro', 'Serpientes de agua' (...)

Igual que en un sueño, escurridizas y lábiles, las mujeres-peces-serpientes se ven arrastradas por un vértigo sin cauce ni meta. En alas de ese torbellino líquido su sensualidad se revela inagotable. No sorprende, por tanto, que estas dos últimas composiciones se conozcan también como 'Las amigas': la inseguridad o incapacidad del hombre ante el erotismo insaciable de la mujer hace que éste adquiera tintes lésbicos.


JOSEP CASALS, 'AFINIDADES VIENESAS', 2003

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KLIMT DORADO


Gustav Klimt se había formado, no en Bellas Artes, sino en la Escuela de Artes y Oficios fundada en 1868 a la sombra del Museo de Arte e Industria. Esta educación semiartesana y el recuerdo de su padre orfebre y grabador en oro, saldrían a la vista en sus característicos fondos dorados (...).

Unos viajes a Ravenna, donde contempló los mosaicos bizantinos, le confirmaron y enriquecieron en su tratamiento de superficies pictóricas a modo de orfebrería plana, como alternado los panes de oro con placas de piedras semipreciosas (...). Desde 1903, el "Klimt bizantino" (...).

Se iniciaba [con Klimt] un repliegue del intento político de usar el arte como "lengua común" para la Babel austrohúngara (...).

Parecía un estuche de joyería, con sus retratos y sus ambiguos cuadros, mitad adorno mitad mural, mitad sugerencia melancólica sobre la vida -así el famoso 'El beso'- (...). El que empezó como artista dentro de la retórica pretensión de nuevos ricos de la Ringstrasse, tras pasar por una fase de oscuros expresionismos simbólicos e ideológicos, acababa en armonía con una nueva generación de la burguesía -retraída a lo estético como refugio en el 'finis Austriae'.


JOSÉ MARÍA VALVERDE, 'VIENA, FIN DEL IMPERIO' (1990)

FOTO: CARTEL DESGARRADO CON 'LA VIRGEN' DE KLIMT EN LAS CALLES DE VIENA, MARZO 2008

Mitos de Viena

JOSÉ MARÍA VALVERDE

¿El Danubio Azul?

En 1600 se abrió el canal del Danubio y se terminó de regular en 1870, tras una desastrosa inundación: de hecho, la ciudad del "bello Danubio azul" queda a buena distancia del río propiamente dicho. El verdadero río de Viena, el que le da su nombre desde la romana Vindobonam es el Wien, una modesta e irregular corriente, hoy en parte cubierta, después de haber servido muho tiempo como alcantarilla (...). Se ha dicho que Viena se consoló de la derrota de Sadova [frente a Alemania], como en todas sus desgracias posteriores, con un vals, 'El bello Danubio azul': la verdad es que esta pieza (...) se popularizó en Viena sólo después de triunfar en el extranjero.

El café

Hay que rendir aquí un homenaje al café vienés, no por nada centrado en ese brebaje tan estimulante para el espíritu: los turcos, al levantar el sitio a Viena por última vez, habían dejado atrás unos sacos de cierta semilla (...). Eso ocurría, por cierto, en 1683, el mismo año en que se abría en Venecia el primer local para la "degustación", como se dice técnicamente, de esa bebida que había llegado de Turquía por el Adriático y que, en el siglo siguiente, el veneciano Procope difundiría en París (...). Así pues, el café tuvo en Viena otra línea de entrada en Europa en confluencia con la línea veneciana-parisina (...). Pero el café en Viena se acompañó de un recordatorio especial de su origen turco: la media luna transformada en sabrosa repostería, el 'Kipfel', universalizado con el nombre francés de 'crosissant', "creciente", según el cual hay que situar esta pasta orientándola en forma contraria de la C para que responda al símbolo religioso mahometano.

En los cafés (...) había tableros de ajedrez, tal vez billares al fondo, y cruzándolo todo y agitando el humo del tabaco, una corriente de aire contra la cual muchos clientes conservaban el abrigo y el sombrero puesto (...). Edmund Wengraf diría: "el café vienés ha devorado nuestra inteligencia y nuestra cultura" y ponía el oloroso brebaje como símbolo de corrupción: "De la oscura infusión se levantan vapores que nublan nuestra visión, que nos ciegan e idiotizan". Ciertamente, había peligro de creer que la literatura consistía en deslumbrar a los contertulios del café y de hecho en los cafés se daban por existentes, y aun por superados, movimientos que apenas habían empezado a existir. En aquel ambiente se lanzaban los descubrimientos: Nietzsche se ponía de moda, y cierta muchacha captaba el interés de las tertulias recitando de mesa en mesa páginas de Kierkegaard.

Viena católica

En la época de la Reforma, el protestantismo se había extendido a las cuatro quintas partes de los habitantes del núcleo austríaco, pero la contraofensiva jesuítica, allí como en Baviera, y mejor aún que en Polonia y Hungría, reconquistó la mayoría de la población, haciendo de Austria un sólido pilar del catolicismo contrarreformador.

Éste sin embargo, implicaba dar al César mucho de lo que era de Dios: estos soberanos del XVIII asumieron el "derecho de presentación" de los obispos (...) dieron a la Universidad de Viena una fisonomía menos dependiente de los jesuitas (...), fundaron el Burgtheater (...): era la gran Viena, la de las fachadas entre barroco y rococó, la de Mozart y Haydn.

El águila de dos cabezas

Heráldicamente, la dualidad austro-húngara se representa en el águila negra de dos cabezas y dos coronas sobre fondo amarillo: animal engañoso, en cuanto que no había verdadera simetría, como lo expresaba el hecho de que el monarca se titulara emperador en Austria y rey en Hungría. La oscura clave de este embrollo se forma con la inicial "k", repetida o no: Musil, en 'El hombre sin propiedades', transforma sarcásticamente esa letra como seudónimo del imperio, en el nombre "Kakania": "era imperial y real (kaiserlich und königlich).

Marca del este

La gran Viena centraba el bastión final de la Europa más propiamente dicha ante el mosaico eslavo -y ante el Imperio turco, todavía en el Adriático-. Metternich diría: "Asia empieza en la Landstrasse", esto es, en la avenida a donde se asomaba su propio palacio vienés (...).

Austria perdió Lombardía y Piamonte (...). Sólo en el Sur, frente al envejecido imperio turco (...) le cupo a Austria-Hungría un modesto avance, ocupando Bosnia en 1878, aunque sin formalizar la anexión hasta 1908; malhadado episodio, que daría lugar al comienzo de la Primera Guerra Mundial (...). El heredero del imperio [Franciso Fernando, sobrino de Francisco José] fue asesinado en Sarajevo, capital de la anexionada Bosnia, por nacionalistas servios.

La 'Marcha Radetzky'

La somnolencia de la vida vienesa quedó atónitamente rota en 1848 (...). La agitación fue aplastada por la fuerza, y no sólo en Viena, sino en los dominios que quisieron entonces sacudirse el yugo austríaco: así, los italianos del Norte fueron dominados por el general Radetzky, en cuyo honor compuso el luego llamado "Strauss padre" esa célebre marcha que todavía es una de las músicas que ponemos mentalmente a las glorias del 'finis Austriae'.

Lejos de Alemania

Algún historiador ha sugerido que habría sido mejor para Austria permitir que Hungría (...) se separara por su lado (...). Cierto que, en ese caso, Austria, que con Metternich, había conservado la presidencia de la Confederación Germánica aun dejando a Prusia el protagonismo militar como defensora ante Francia, habría acabado por ser absorbida en el movimiento de unificación germánica que tendría a Prusia por locomotora. Pero eso era precisamente hacia lo que se inclinaría, entonces y siempre, la mayoría de los austríacos germanos, y lo que habría ocurrido de todos modos sin el orgullo imperial de los Habsburgo.

Prusia seguiría su empuje hegemónico, con Mismarck desde 1860, y en 1866, en la batalla de Sadova (...) derrotó a Austria, que a partir de entonces quedó marginada de la naciente Alemania -desde 1870, el segundo Reich alemán, proclamado en París después de vencer a los franceses-. El imperio austrohúngaro, ahora más bien "potencia danubiana" pervive como segundo violín al lado del alemán, y así se evidenciaría de modo terminal en las guerras mundiales del siglo XX.

[Tras la Primera Guerra Mundial] los vencedores rechazaron la pretensión austríaca de unirse a la también derrotada Alemania -la vieja inclinación proprusiana resurgía en el momento menos oportuno, buscando ahora alianza y compañía en la calamidad-: sería la "República Austriaca", con seis millones de los más de cincuenta que tenía el imperio, pero con la misma capital, ahora macrocéfala: Viena.

La emperatriz Sissi

Francisco José reinaría [desde 1848] con a famosa Elisabeth, "Sissi", sobrina suya (...). El aura que rodearía a Sissi, lectora entusiasta de Heine y celebrada a su vez por Gabrielle d'Annunzio, empezaba en la historia de su compromiso (...). Se dedicó la mayor parte del tiempo a viajar -sobre todo para visitar manicomonios-, hasta que en 1898, al ir a tomar un barco en el lago de Ginebra, la mató a puñaladas un solitario anarquista italiano.

Cuna del movimiento judío

Uno de los aspectos del liberalismo austríaco fue la emancipación legal de los judíos y su contragolpe, el antisemitismo -término creado por Wilhelm Marr en 1879- (...). Huyendo de lor 'pogrom' del Este y por conveniencias de trabajo empiezan a llegar a los suburbios vieneses (...). Hacia 1900, la tercera parte de los estudiantes de la Universidad de Viena eran judíos; en cuanto a los escritores (...) lo más práctico es suponer que son todos judíos mientras no se demuestre lo contrario. En la carrera militar, en cambio, entran tarde y con dificultades (...). Parece que el milenario desarraigo judío, sin posibilidad de enraizamiento agrícola, hubiera entrenado su mente para la capacidad de abstracción (...) propia no sólo de la economía comercial y bancaria, sino de la ciencia pura y de esa forma de contemplación alienada del mundo que es la literatura (...). Su mismo éxito contribuyó a una fácil demagogia segregadora (...), en primer lugar entre los pequeños comerciantes, nerviosos ante aquellos más dinámicos competidores (...) en seguida, entre los estudiantes, donde los jóvenes de viejas familias se veían desbordados por aquellos esforzados "empollones" que habían de superar con su esfuerzo la ausencia de una tradición que los protegiera (...). Como consecuencia, muchos judíos no sólo llegaron a defender con más fuerza una identidad que en principio no habían deseado hacer valer, sino que surgió entre ellos, en Viena, el sionismo, el movimiento de búsqueda de una nueva "tierra prometida". Y lo más notable es que fundara ese movimiento Theodor Herzl, un esteticista literaro.

¿Viena monumental?

Mientras que la Ópera se parecía a la de París, de Tony Garnier, en el Parlamento había que hacer una alusión a la democracia ateniense, y, en efecto, el edificio muestra las columnas y el frontón del neoclasicismo. Siguiendo ese espíritu de mascarada arquitectónica, propio de la época, no sólo en Viena, el Ayuntamiento (1872-1883) presenta un neogótico no muy lejano a la "iglesia votiva" pero con alusiones a los antiguos ayuntamientos de los Países Bajos -arquetipos de espíritu municipal-, a la vez que el Parlamento londinense. Y así sucesivamente: la nueva Universidad tiene ciertos elementos renacentistas...

La historia perdida

Viena tiene un aire soñoliento un poco vacío, con palacios a escala mayor que su tamaño natural de hoy: conservadora y un poco fuera del tiempo, disfruta de la marginalidad de su país, tierra neutralizada en el borde de un mundo enfrentado con otro, nación bien cuidada pero sin ánimo de grandezas. Viena tiene derecho histórico a descansar.


JOSÉ MARÍA VALVERDE, 'VIENA, FIN DEL IMPERIO' (1990)